• Buma • - Yoonmin +18

Eight

8.0 — Buma. — Yoonmin.

-Así que tú eres Jimin.- No me esperaba que hablara así que me sobresalté un poco. El mayor rió. -Tranquiló pequeño, no te voy a comer... tenía curiosidad de conocerte, YoonGi me ha hablado de ti. Bienvenido a Buma.- Sonrió cálidamente.

-Muchas gracias.- Hice una reverencia. -Yoon... YoonGi le ha hablado de mi? Usted sabe por qué yo?- Seokjin ladeó la cabeza como si no entendiera mi pregunta. -Quiero decir... hay muchos miembros en esta escuela mucho mayores y más atractivos que yo... por qué YoonGi me eligió a mi?-

-Oh pequeño.- Rió levemente. -Eso es algo que solo YoonGi sabe, a parte que yo no hablo a espaldas de mis amigos. Tendrás que averiguarlo tú solo, supongo.- Su respuesta me decepciono de sobremanera, incluso suspiré. -La curiosidad mató al gato, y tú pareces un gatito precioso, Jimin... solo acepta tu situación.-

Esa respuesta logró pillarme demasiado por sorpresa, abrí los ojos de par en par y lo miré atónito mientras el solo reía, como burlándose de mi. No se quien me manda tratar de sacar información de YoonGi con alguno de sus otros amigos psicópatas...

Por suerte el silencio incómodo después de eso no duró mucho gracias a que la puerta del ascensor se abrió. Ambos salimos en clara dirección a ese ominoso despacho. Seokjin llamó a la puerta con una sonrisa en sus labios.

-YoonGi! Te traigo un regalito.- De nuevo lo miré perplejo. Cuando había cometido el error de pensar que este hombre era el más cuerdo de los fundadores de Buma...?

Una vez dicho eso, el del pelo rosa se fue sin siquiera despedirse volviéndome a dejar solo con el sádico. Me quedé mirando la puerta por un largo tiempo sin obtener ninguna clase de respuesta.

Tras 10 minutos ahí parado como un auténtico imbecil decidí volver a llamar.

-Yoon...- Tosí para aclarar mi garganta pero entonces recordé aquella palabra rara por la que había pedido que lo llamara, tragué saliva dispuesto a llamarlo así. -Daddy...!- Miré hacia todos los lados rezando que nadie me hubiera escuchado, pues se sentía demasiado ridículo el decirlo.

Continué sin recibir respuesta, lo más lógico hubiera sido abandonar y volver con mis amigos, pero algo me decía que debía entrar y por estupido que suene hice caso a ese algo, aunque fuera pequeño y casi insignificante.

Agarré el picaporte y lo giré con suavidad, tratando de hacer el mínimo ruido posible. Sorprendentemente el despacho estaba abierto. Mi corazón se detuvo de nuevo durante algunas milésimas al observar el interior...

Un centenar de papeles esparcidos por el suelo, a la par que libros, bolígrafos, pequeños cuchillos, billetes y cosas que no reconocía. Todo eso acompañado de un YoonGi tirado en el suelo sangrando por la nariz... la sorpresa fue tal que casi se me olvidó como respirar.

Hacia tan solo cuarenta minutos todo estaba impoluto, YoonGi estaba sentado en aquel sofá negro y ahora el solo... no, no podía estar muerto. Debí haber gritado, haber pedido ayuda, pero lo único que logré fue acercarme lentamente.

Me agaché a su lado para tocar su fría mejilla, daba tanta cosa verlo así... casi parecía un ángel con lo diabólico que resultaba ser en verdad. Volví a ponerme en pie para, esta vez, ir al escritorio del fondo, en el había restos de un polvo blanco. Sal? Tal vez azúcar? No, eso no tenía sentido... también descarté la harina por motivos evidentes, que haría con eso en un despacho?

En que cojones estaba pensando?! Tenía que pedir ayuda... aunque este hombre fuera malo no podía dejarlo así aunque ciertamente beneficiaría a unos cuantos, pero yo no era esa clase de persona. Cuando al fin mis piernas lograron responder comencé a correr hasta la enfermería del tercer piso, tropezando varias veces por el camino, no podría ser de otro modo...