"Al menos así fue como pasó,
pagando un error, pues la conoció en comisaría"2007.
Susana preparó la merienda de los niños y la sacó al jardín, donde ambos jugaban a la pelota, cerca de la piscina, mucho más de lo que una madre puede soportar sin entrar en estado de histeria, pero un Álvaro de quince años rodaba los ojos llamándola exagerada, por lo que simplemente avisó a los muchachos y se fue para dentro.
Aproximadamente veinte minutos después, escuchó un chapuzón, lo cual era extraño, porque habría jurado que Álvaro estaba en el salón. Y de haberlo hecho, no se habría equivocado, porque el mayor de sus hijos estaba tirado en el sofá bebiéndose un zumo y viendo la televisión.
Se asomó para comprobar que, efectivamente, el adolescente seguía dentro de la casa.
¿Pero entonces? Los niños tenían prohibido meterse al agua sin supervisión.Cuando se asomó por la ventana su cara tomó un tono tan rojo como las manzanas que tenía en el frutero de al lado. Allí estaban, los muy canallas, metidos en el agua, aunque solo veía a Agoney.
Entonces comprendió que lo que el amigo de su hijo estaba haciendo era sacar a su pequeño del agua. Y lo hizo.
Cuando ella salió corriendo, el canario tenía a su hijo sobre el césped, respirando agitadamente mientras el otro daba rienda suelta a las lágrimas que se le habían acumulado debido a los nervios.-Se resbaló jugando. No nos hemos metido aposta, te lo juro, Susana- decía el moreno entre sollozos sujetando la mano del pequeño.
-Ay, mamá, menos mal que estaba Ago. Casi me mato.La mujer se relajó y rió, pasando un brazo para abrazar a uno y el otro para el otro. Los abrazó tan fuerte que ambos empezaron a quejarse.
Mirándolo desde ese punto de vista, pensó, que aquel chiquillo hubiese aparecido de la nada en la vida de Raoul no era más que suerte para todos.
Susana jamás había estado tan acertada.
Actualidad.
Todo había pasado demasiado rápido. Estaba con Raoul, paseando tranquilamente cuando un imbécil los había insultado, y cuando vio que se le encaraban, llamó a todos sus amiguetes. Agoney se cegó cuando vio que empujaron a Raoul. Y sí. A él le habían partido el labio y la ceja, pero a su amigo no le habían despeinado.
A Álvaro le hirvió la sangre cuando Agoney le contó lo que había pasado.
El chico ni siquiera se molestó en defenderse. Llegó y pidió irse a su casa rápidamente.
Desgraciadamente, el par de horas que tendría que pasar en el calabozo no se las podía quitar ni el catalán, que hablaba con su hermano comentándole la situación.En el calabozo, Agoney pasaba el tiempo rozando los puntos de la ceja y quejándose al hacerlo. De repente, una voz chillona, que solo lanzaba insultos se coló en la sala, aunque más bien parecía que lo forzaban a ello, que así era.
Cuando vio de quién se trataba se apartó hacia un lado, no porque lo conociese sino por los movimientos exagerados que hacía sin parar.
El chaval era bajito, delgado, de pelo rubio y ojos tan claros como si lo hubiesen sacado de "Los niños del maíz", marcados por dos oscuras ojeras. Su respingona nariz estaba adornada por un arito brillante y tenía los dientes perfectamente colocados.Cuando se hubo calmado pudo fijarse en el tatuaje de una bandera roja y negra en su gemelo izquierdo. "Es de los míos" suspiró.
-¿Qué haces aquí, amigo?- preguntó para romper el hielo.
-¿Por qué debería contartelo?- le respondió el rubio pasándose las manos por la cara con cansancio.
-Porque vamos a estar un rato aquí, y tal y como está el patio con los nazis de mierda últimamente- le señaló el tatuaje- creo que solo quedamos nosotros para nosotros mismos.
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Al paraíso.
Fanfiction"desde entonces no ha habido otra historia que mereciera la pena vivir"