9. Roto.

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"¿Pero qué pasó, mi hija, ya no son de tu gusto mis torrijas?
Si no lo ves es porque no te fijas.
O eres una lagartija, con la lengua de lija"

2012.

El primer golpe le había dolido. Nunca había recibido uno tan fuerte e incluso sintió miedo cuando notó la humedad corriendo de su nariz hasta su boca.
Del segundo golpe recordaba haberse caído al suelo.
Del tercero, que no le había dado tiempo a levantarse cuando impactó contra su costado derecho.

Tony era fuerte y grande.
Tony pensaba que podía meterse con todo el mundo desde que iban al colegio.
Tony era hijo de un boxeador y decía que había aprendido mucho de su padre y absolutamente nadie le levantaba la voz.
Tony insultó a Nerea y Agoney no pudo pararse a sí mismo y gritarle.

Fue la primera vez que Agoney alzó su voz por lo que creía justo y la primera que recibió una paliza por ello.

Fue la primera vez que Tony pegó a otro porque le estaban llevando la contrario.
Utilizó contra él palabras que había escuchado en casa, palabras como maricón-de-mierda.
No le importó decirle todo eso mientras Agoney sangraba en el suelo, Nerea lloraba llamando a los profesores y Raoul miraba paralizado.

Solo tenían trece años.

Tony fue expulsado tres días y Agoney fue hospitalizado seis.

Agoney, de hecho, vociferó por todo el instituto aquella injusticia.

-Lo que ha hecho se llama delito de odio.- le dijo al director.

-¿De dónde has sacado esas palabras, niño?-rió-Bueno, pero si no es verdad, ¿por qué te ofendes?

-El problema es que sí es verdad, me ofende que el hecho de que soy gay se tome como insulto.

-No tengo tiempo para esto. Se han aplicado las normas y ya está, Hernández.

La próxima vez que Agoney y Tony se vieron las caras fue en los cuartos de baño, antes de entrar a clase, y el canario tuvo que sujetarse contra la pared para no lanzarse contra el otro.
Porque todo el miedo de Agoney se había convertido en rabia y ganas de revancha, pero mamá le había pedido que lo dejase estar, que no se metiese en líos, que ignorase la presencia de Tony, que la gente como él no valía la pena.

Y él obedeció, como siempre. Porque para Agoney la única autoridad que existía era la de su propia vida y la de quien se la regaló.

En el hospital, días antes, Raoul había  ido cada día en autobús, ganándose regañinas de sus padres por ir por ahí solo y de los profesores por no hacer los deberes.

¿Pero, qué pretendían, si teníaba su mejor amigo tumbado en aquella cama alargada, sonriendo por encima de lo que la gran herida de su labio le permitía, contándole historias sobre un tal Che no sé qué más del cuya vida había leído últimamente?

Fue uno de esos días, miércoles, nublado, con Raoul sentado en una silla, con las manos en los puños de la sudadera, que miró a Agoney, avergonzado, y se lo preguntó.

-Oye, Ago.

-Dime.

-¿Lo que dijo Tony es verdad?

-¿Qué dijo Tony?

-Que eras ma...que eres gay.

-Sí. ¿Por?

-No, por curiosidad.

-Ahm...pues sí.

-¿Y te has morreado con algún chico?

Al paraíso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora