11. Culpable.

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"Necesito perdonarme pa volver a dormir, tengo que hacerlo yo, tú no lo harás por mí.
Házmelo mirándome a los ojos, y no hablo de sexo, digo mentir, así que miénteme.
Si la verdad de mí no quieres saber nada qué le voy a hacer"

2013.

Raoul no sabía pelear con quince años.

De hecho, se apuntó a boxeo cuando Agoney le dijo que las nuevas pintas de Tony no le daban buena espina, que sabía lo que significaba el pelo rapado y ciertos textos en sus camisetas.
Porque Agoney siempre daba la cara por él, fuese cual fuese la situación. Se había llevado verdaderas palizas por defender a su mejor amigo.

Tony acosaba a los chicos y su grupo de amigos constantemente, que si los maricones, el enano, la bollera, la coneja, la rara...y era Ago el que respondía por todos, pero especialmente, cuando se trataba de Raoul, estaba dispuesto a partirse los dientes por protegerlo.

Digamos que era algo que le había nacido desde que se conocían.

Varias veces acabó con la cabeza en un váter, con algún dedo roto y una de sus cejas partidas por defender a los suyos.

Se ganó expulsiones constantes, culpas que no le pertenecían.

Pero aquello estaba en su ADN. Protegerlo.
Y al final del día, todo lo que importaba era que nadie había movido ni un pelo rubio de su cabeza.
Y él podía dormir a gusto.

Actualidad.

Las ojeras de Álvaro llegaban al suelo. Pasaba mucho tiempo en la comisaría,  investigando sobre lo que había pasado con Agoney y muchas horas en el hospital, para que Glenda se separase del cuerpo dormido de su hermano pequeño y fuese a descansar.

Cuando estaba allí hablaba con él, por si dentro de su cabeza, estaba despierto y podía escucharlo, que no se sintiese solo.
Le recortaba la barba y se encargaba de humedecer sus ojos y labios.

Era la primera vez que el policía se sentía tan vacío.
Era la primera vez que se enfadaba de verdad con Raoul.
Sabía que estaba siendo demasiado duro, y por dentro solo quería decirle que no era culpa suya, pero su cabeza no le dejaba. Porque era él quien se sentaba al lado de la camilla durante horas, hablando con un cuerpo conectado a un montón de máquinas que no quería ni entender mientras Raoul se quedaba hecho una bola en la cama.

Él no sabía que Raoul se escapaba cada noche y miraba desde la puerta a aquella persona que pudo haber sido tanto.
Raoul sabía que si Agoney tuviese la oportunidad de hacerlo les pegaría una colleja y diría que lo enterrasen de una puta vez. A ver qué hacía él atrapado cuando se juró ser libre a sí mismo.

Y ahí estaba, aprovechando que no había nadie para sentarse a su lado por primera vez en dos semanas.

Estaba igual de guapo que siempre, si no fuese por el tubo en su boca podría  imaginarselo en la cama, durmiendo a su lado, pero ahí estaban, los tubos, las máquinas, los cables, el suero, los drenajes y el constante pi, pi, pi del soporte.

"Ago...que te quiero muchísimo, joder"

Se enjugó las lágrimas con un pañuelo y rozó la mano del otro con cuidado para no mover la vía.

"¿No lo notas?¿Tanto la he cagado que hemos perdido la conexión? Que no puedes morirte, hostias."

Más que tristeza, lo que estaba sintiendo en ese momento era rabia, rabia que le quemaba el pecho y las ganas de llorar más y más por no poder hacer nada.

"Pero que si quieres morirte que te den, tío. Pero que sepas que si quieres estar dormido cincuenta años me quedo a esperarte"

Empezó a escuchar pasos que se acercaban y, con un beso en la frente, se despidió.

Al paraíso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora