La casa de Max estaba pegada a la suya. Los patios se dividían por un pequeño muro de medio metro que ni siquiera alcanzaba a retener a las mascotas dentro de su sector.
De todos modos, Ángel no tuvo intenciones de pasar a saludar a ningún miembro de su familia. Sabía que, después de todo, no habría nadie a esa hora de la mañana.
Tampoco estaba seguro de si habría gente en la casa de Max. El único miembro de la familia que seguramente se encontraría sería Martín, pero corría un gran riesgo de que no lo oyera llamar a la puerta.
El hermano mayor de Max tenía una tendencia por pasar las noches en vela. Al igual que Max, también desperdiciaba su vida y, aunque no era adicto a las drogas, sí lo era a los juegos online de los que siempre hablaba con una desorbitada pasión. Obviamente, no tenía trabajo y dudaba de que alguna vez se hubiera puesto en campaña para conseguir uno.
Tocó el timbre y esperó impaciente alguna señal de vida.
Un grito se escuchó desde el interior, lo que al menos le dio la pauta que Martín estaba despierto.
- ¿Quién viene a molestar a esta hora? - preguntó, abriendo la puerta. Su expresión cambió un poco cuando lo reconoció. - ¿Ángel? Justo estaba por echarme a dormir. Dos minutos más y te ibas a quedar esperando hasta que lleguen mis padres.
Martín tenía 33 años, pero aparentaba una década más. Era moreno, igual que su hermano, y recordaba que en el pasado también había sido delgado. Con el correr de los años, su metabolismo comenzó a volverse lento y sus cachetes se inflaron al compás de sus caderas.
- Martín, lamento molestarte - se disculpó.
- No tienes nada que lamentar – dijo Martín. - Tú eres una persona de confianza aquí. Hubieras entrado sin llamar.
Jamás en su vida haría eso. En especial sabiendo que Martín estaba solo.
Martín lo hizo ingresar a la casa, en el living. Un sector que imaginaba que estaría mucho más adornado de lo que debía de ser la habitación que ambos todavía compartían como si fueran niños destinados a no crecer jamás.
- Sólo vine porque quería saber si tenías alguna noticia de Max - le comentó.
Martín se encogió en hombros.
- Hasta donde sé, la está pasando bien en el campamento - respondió Martín. - Ayer mi madre le dijo que le mandó un mensaje y le dijo que estaba teniendo mucho trabajo. Mis padres aprovecharon a sacarme en cara que él está haciendo algo productivo por su vida y yo no, porque les encantan compararnos y darme a entender de que soy un fracasado.
Ángel quedó perplejo. Aquello no tenía sentido. ¿Cómo era posible que Max le escribiera a su familia si estaba en una clínica? A menos que haya decidido llevar el peso de su vejez en completa soledad. En parte, eso lo podía entender. Había obtenido varias décadas en un segundo. Quizá no quería comentarle a su familia sobre el tema.
- Bueno, me alegra que lo esté pasando bien - dijo Ángel, tras meditarlo.
- Pensé que tú también ibas a trabajar en ese campamento - comentó Martín. - La verdad es que yo podría haber entrado a trabajar si quería, pero tenía una campaña en mi juego y estas son fechas límites. Quizá el próximo mes le pida al alcalde que me deje entrar a trabajar. En febrero, tengo tiempo libre.
Ángel lo abandonó con sus planes cuya probabilidad de concretarse eran básicamente nulas.
Todavía un poco desconcertado, pensó en que debía ir a ver a Max en la clínica.
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Nube de Insectos (Compendio #2)
ПриключенияAlgo extraño pasa en Bahía Ausente. Cosas sobrenaturales. Los guías del Campamento de Verano liberaron por error una entidad maligna y causaron un desequilibrio, que ahora deben intentar detener. Ángel está preocupado porque no tiene noticias de su...