Capitulo 9

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Martes 21 de Enero, 2158

Me levante y me vestí como todos los demás lo estaban haciendo. Aún no amanecía completamente pero suponía que era una costumbre o simplemente parte de su entrenamiento.
Me até las botas rápidamente. Me peine con ayuda del pequeño espejo. Mis ojos volvían a ser los mismos de color avellana que tenía antes de ser raptada.
Suspiré lentamente. Había tan poco tiempo. En tan poco tiempo mi vida se había ido al caño. Me habían quitado todo lo que poseía: mi virtud, mi dignidad, mi familia y mi hogar.

Todos a mi alrededor comenzaron a bajar a la cafetería. No estaba segura de querer escuchar a Bella, Ian o siquiera Gigi, pero tenía que hacerlo, de lo contrario me quedaría aún más sola.
Junté todas mis energías y mi valor y comencé a seguir a los demás.

Había tantas partes del aerodeslizador que no conocía y me moría por explorar. Así que fue difícil encontrar la cafetería. Terminaba en lugares que ni siquiera sabía que existían, era como una gran comunidad, solo que esta comunidad se encontraba en el aire. Traté de recordarme pedirle un recorrido a Gigi o Ian.

Para cuando llegue a la cafetería está estaba llena a rebosar, todas las mesas estaban ocupadas y no había ni una bandeja para tomar comida. Maldije en mi mente y me senté en la jardinera que rodeaba al árbol.

Las personas hacían un gran bullicio cuando hablaban, parecido al de las abejas en un panal en un día de verano.
Me acosté en al jardinera y cerré mis ojos tratando de ignorar tanto ruido al que no estaba acostumbrada.

—¡Jules! —Gritó Henry Díaz
detrás de mi, al final de la calle.
Me giré a ver que rayos quería. Probablemente me pediría un pan de miel de los que traía en la bolsa, o una burbuja de agua. Hice mi mejor sonrisa y lo miré.
—¿Si, dime?.
Sonrió genuinamente y se rascó la nuca.
—Quería saber si querías ir a cenar sopa por la noche. —Dijo con entusiasmo— Ya sabes, con eso de la Línea, los precios suben más de lo que ya están.
—Hmm—Dudé.— Debería preguntarle a mi madre.
—¡Oh vamos Torres! Puedes traerlos también.
Su comentario me sacó una sonrisa real y asentí.
—Está bien, iremos esta noche.
—Perfecto.

—¿Jules? —Me llamó Ian.
Abrí los ojos y la cafetería estaba vacía, solo quedaba la mesa donde Ian y Bella  se sentaban.
—¿Me he quedado dormida?—Pregunté confusa.
—Al parecer si. —Me tendió su mano para ayudarme a levantarme.
—Demonios—Maldije parándome sin su ayuda. Aunque el no se vio ofendido por mi gesto. —¿Ya comenzaremos el entrenamiento?
—En realidad me venía a despedir.—Dijo monótonamente.
No me esperaba eso. Creo que el estaría aquí para ayudarme en mi recuperación y que me instruiría en todo lo que pudiera.
—¿Ah si? Oh hmm —Balbuceé.— ¿Por qué?.
—Nueva misión— Sonrió.
Le devolví la sonrisa con pesadez. 
—Felicidades. —Dije poniendo una mano sobre su hombro.
—Gracias.
La bocina de la cafetería emitió un mensaje en busca de los agentes de la misión 350G.
—Esa es mi llamada—Exclamó.—Me ausentaré unos meses y...
Baje la vista ante mi incómodo silencio, pero el levanto mi cara con un dedo en mi mentón.
—Quisiera que te cuidaras. La SEA puede ser difícil a veces.
—No te preocupes, ya me las arreglaré.
La bocina volvió a llamar a los soldados.
—¡Ya veremos!—Gritó mientras corría hacia la salida.
Me despedí con la mano sin que me mirara. Un amigo menos por el momento.

Al verlo salir me abracé a mi misma y me volví a sentar. Pero tan pronto como salió Ian, entró Gigi emocionada.
—¡Julia! .
—Hola, Gigi —Dije en voz baja y con una pequeña sonrisa.
Captó mi sentimiento y me abrazó.
—Oh no te preocupes, volverá en un tiempo. —Me susurró al oído —Estará bien.
No quería estar abatida de nuevo. Así que salte de la jardinera con entusiasmo y le tendí mi mano.
—¡Ven! Comencemos mi entrenamiento.
Sus rasgos se convirtieron en mis cómplices y soltó una carcajada.
—Bien, primero vamos a la alimentación.
Me jaló hasta la barra de cocina, agarró una bandeja y tomó cada uno de los platillos que encontró disponible. Había puré de manzana, verduras con mantequilla, pastel de carne, sopa de champiñones y pay de cereza. Aunque la mayoría de las frutas y verduras eran puros químicos de laboratorio se acercaba bastante al sabor natural.
—¡¿Que haces?! — Chillé al ver tanta comida.
—Primero tenemos que subirte de peso. — Tomó mi flacucho brazo y lo movió como si fuera un trapo— Estás en los huesos .
Nos reímos al unísono y nos sentamos en la mesa más cercana.
—Bien , tendrás que comerlo en menos de 15 minutos.—Señaló con su delgado dedo la bandeja .
—¡¿Qué?! Claro que no—Levante las cejas—¡Es imposible!.
—Yo lo hice en 10. —Alardeó.
—Tú no tenías 17 años. —Repliqué.
—Exacto, tenía 15.
Puse los ojos en blanco y comencé a comer lo más rápido que podía. Comí y comí hasta que mi boca y mi estómago no podía más.
Pasado un tiempo termine con toda la comida de la bandeja. La cara de Gigi lo decía todo. Era un fracaso.
—Treinta y cuatro minutos no está mal.
—¿En serio?—Conteste sarcásticamente.
—Oh Jules es solo un reto de iniciación.
Con el tiempo lo aprenderás a dominar. —Me dijo animadamente.
Era imposible resistirse a sus ojos de ánimo.
—Muy bien, seguiré practicando.
—¡Así me gusta!. Ahora vamos al gimnasio.

Me llevó hasta otro gran espacio, lleno de agentes practicando. Parecía una arena de combate como las que solía ver mi padre en el proyector de mi hogar.
Y justo en el centro, Bella practicaba su combate a puño limpio. Su contrincante era en exceso más alta y robusta que ella, tanto que parecía que la iba a aplastar en cualquier momento.
Pero en cada golpe Bella salía ilesa, los esquivaba con tanta rapidez y eficiencia que me llevaba a los celos. Se movía como una bailarina, parecía que estaba ejecutando alguna danza antigua con su torpe contrincante.
Y en menos de lo que esperaba, Bella le atizó un puñetazo en la cara, abatiéndola por completo.
Los aplausos no hicieron falta, todos estaban orgullosos de tan eficaz agente.
Esta sonreía y respiraba lentamente por la boca.
—¿Quien sigue? —Preguntó eufórica.
—Yo. —Respondí instantáneamente.

Todos en la sala se quedaron esputrefactos . Mirándome con curiosidad y murmurando entre si.
—¡¿Qué haces?!—Gritó Gigi aterrorizada—¡Te matará tan pronto como pises el cuadrilátero!
—Solo quiero saber de qué soy capaz—Sonreí tomando un poco de tiza del tazón.
Bella con los ojos bien abiertos se dispuso a mirarme.
—¿Estás segura? —Dijo con cierto ánimo en su voz— Es que ... apenas te rescataron y ...
Negué con la cabeza.
—No tienes por qué preocuparte.
Todas las personas rodearon el cuadrilátero mientras que mi contrincante y yo nos poníamos en posición de defensa .
Traté de relajarme y concentrarme en atizarle uno o dos golpes. Pero antes de que fuera el primer paso, Bella ya me había dado una patada en el muslo.
Ignoré el dolor tanto como pude, pero de todas formas debilitó mi pierna.
Lancé mi primer golpe pero apenas y si logro rozar su oreja.
Estaba empezando a irritarme. No podía ver bien por mi ojo derecho, y el izquierdo veía un tanto borroso.
De la nada el dolor me inundó en la cara, dejándome en el piso.
La gente a mi alrededor aplaudía y se reía por la esperada victoria de Bella.
Mientras que yo yacía débil en el piso.

LA LÍNEA [editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora