Capitulo 13

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—No sabía cuando llegarías—Sonreí.
—Si...bueno —Se rascó la nuca—Te ves muy hermosa.
Sentí como la sangre se subió a mis mejillas y agache la cabeza.
—Gracias.
—No eres la pequeña cosa que tuve que traer cargando hasta aquí—Bromeó-Tal vez hasta estás un poco más rellenita.
Reímos a carcajadas por su chiste, pero vino seguido de una pausa.
—¿Y ya sabes quién será tu comandante?— Inició la conversación de nuevo.
—No, supongo que nos lo dirán mañana.
—Genial.
Recorrí su cuerpo con la mirada, vestía un traje fino, color azul oscuro y zapatos cafés. Su cabello estaba perfectamente despeinado, lo hacía lucir más natural. Tenía una poca barba de días, que hacia resaltar sus ojos.
—Tu tampoco te ves mal.
Sus ojos brillaron e hizo una sonrisa torcida.
—Fue un buen cumplido.
—¡Ian!— Exclamó Bella detrás de nosotros.
Corrió y el la recibió con lo brazos abiertos. Se besaron apasionadamente, era muy evidente que seguían enamorados a pesar de no haberse visto en medio año.
—Te extrañé—Susurró Ian con voz ronca.
—Yo también—Lo besó una vez más, pero ahora suavemente.
Me abrace a mi misma, incómoda ante la situación. Bella se volteó hacia mi y soltó una risita nerviosa.
—Estupenda idea lo de la fiesta.
—¿Fiesta? —Pregunté confundía.
—Ups—Se tapó la boca con la mano y un gesto de sorpresa—Creo que he arruinado todo.
Torcí la boca en un gesto de impaciencia.
—No te preocupes.
—Y...¿Estamos invitados?—Intervino Ian.
—Claro—Dije sin dudarlo— A fin de cuentas tu fuiste el que me trajo aquí.
Sonrió y se despidió con la mano.
—Te veré allá entonces.

Imité su gesto y me di la vuelta hacia Gigi y Majo.
—Conque una fiesta ¿eh?.
Gigi abrió los ojos como platos.
—¡¿Quién te lo ha dicho?!—Gritó hecha una furia—¡Lo voy a matar!.
—Bella lo ha dicho para molestarme.—Murmuré.
Majo puso una mano en su cintura y la miro con odio.
—Qué perra.
—No sabía que Ian había vuelto.—Comentó Gigi, Mirándolo de reojo.
—Ni yo lo sabía—Contesté.

El atardecer estaba por comenzar y el cóctel oficial aún no había acabado. Los superiores aún estaban hablando con los nuevos agentes para que mañana los pudieran elegir. Cada comandante escogía a, al menos, cinco agentes. Para que después se les pudiera asignar misiones de suma importancia de acuerdo al rango del comandante.

Y yo estaba aquí parada conversando con mis amigas.

Tomé todo el valor en mi cuerpo y decidí comenzar a socializar con los de la liga mayor. Pero no podía hacerlo sola, necesitaba a alguien con un buen taco que me presentara con los demás.
—¡Majo!— Exclamé.
—¿Qué pasa? ¿necesitas algo?.
—Necesito de tu ayuda.
—Ahh ya se que necesitas.
Me tomó de la mano y me llevó hasta el Oficial Superior, el único igual de Grace. Tenía tanta autoridad como ella, era como su codirector. El señor ya estaba grande, unas cuantas arrugas en su rostro mostraban su gran experiencia, tenías unas cuantas canas y un espeso bigote sobre sus labios.
—Oficial—Saludó Majo estrechando su mano.  
—¡Agente Hernández!—Respondió animado el gran señor—¿Cómo está?
—Muy bien señor gracias.—Se ruborizó mi amiga y luego me acercó a ellos—Eh
Mire, ella es la nueva Agente Torres.
Acerqué mi mano para estrecharla pero el la tomó y me jaló hacia el para darme un gran abrazo.
—¡Felicidades!—Rió.
—Gracias, señor.
—Tu acento...—Observó—¿De donde eres?
—Del Sur, señor.—Respondí nerviosa.
—Ella fue una de las rescatadas de la misión del orbe. —Intervino Majo.
—Oh, lamento oír eso—El oficial puso una mano sobre mi hombro—Es usted muy valiente señorita.
Sonreí a modo de respuesta.
—Estoy a su disposición señorita, si necesita algo, hágamelo saber—Ofreció con amabilidad.
—Muchas gracias, es usted muy amable.
Sonrió y siguió hablando con los demás. Lo había hecho, en mi bolsillo tenía al Oficial Superior.

El cóctel termino y era hora de ir a la fiesta que Gigi me había hecho.

Caminamos hasta el puerto, donde pequeñas luces lo iluminaban, dandole un toque de romanticismo, globos dorados y negros flotaban atados a los postes del puerto. Una pequeña mesa de postres daba una vista formal, y los pequeños sillones blancos daban un toque hogareño.
Una mujer con el chelo tocaba suavemente para crear el ambiente.
—Vaya...Gigi, Gracias—La abracé.
—Por nada—Respondió complacida.
Los meseros servían champagne y vino rosa, con uvas como hielo.

La brisa Del Mar se volvía fría y un tanto molesta, pero la mayoría de los invitados la ignoraban mientras bailaban con música vieja, la cuál era la única que tenían a su alcance.

—¿Puedo?—Henry acercó su mano, en señal de bailar.
—Siempre—Sonreí mientras me dirigía a la pista de baile.
Nos deslizábamos lentamente en la madera, rodeados de las pequeñas luces.
—Henry...
—¿Si?
—¿Puedo preguntarte sobre el bombardeo?
—Creí que ya habíamos hablado sobre esto.
—Es que no me puedo imaginar cómo fue.
Torció la boca con disgusto y miró hacia el cielo oscuro.
—Si no quieres hablar de eso, está bien, no tienes que hacerlo—Dije rápidamente.
—No no, mereces saberlo—Se apresuró a decir.
—Gracias.
—Era temprano, habían pasado días desde tu desaparición y la de tus hermanos—Comenzó en un susurro junto a mi oído.
—A pesar de eso, tu madre ayudó a los demás afectados, incluida mi familia.
Tragué saliva para evitar llorar.
—Me enviaron por agua a la zona centro, unos minutos después de salir... los aviones comenzaron a arrasar en el cielo. Las alarmas de la ciudad comenzaron a sonar, y muchos paracaídas caían de los aviones. Cuando tocaban el suelo, destruían más de diez metros a la redonda... cuando regrese a tu casa, ya no había nada, eran ruinas, los cuerpos fueron encontrados unas horas después. Después de eso, los aerodeslizadores comenzaron a llegar, sacaban a la gente de los escombros, y a los más fuertes se los llevaban. Conmigo entre ellos.

Nos detuvimos y lo miré a los ojos. Toqué su mejilla rasposa.
—Lo lamento, lamento no haber estado ahí, lamento no haber cuidado bien de mis hermanos.—Sollocé.
—Oh Jules, no es tu culpa, de todas maneras iba a pasar.
Cerré mis ojos y me recargué en su hombro.

LA LÍNEA [editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora