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No sólo sentía que algo iba mal, estaba seguro de que todo estaba mal. Estaba muy consciente de todo lo que hizo, había intentado escapar en secreto, pero ahí estaba, en una sucia celda, con su hermano mayor rompiéndole una costilla, con gusto.

Mira un par de botas más en el piso, sabía que era alguien de ese grupo de mierda que parecían fanáticos de su hermano, como si fueran gente sin razón propia. Obviamente su padre no les daría permiso para salir de los límites de la manada, por eso posiblemente eran fugitivos.

—Cuando termine con tus costillas, empezaré a hacer pedazos tu cráneo.

Seguramente ya ni tenía ideas para torturarle; le había electrocutado, le ahogaba en orina de lobo, le había sacado un par de uñas y ya tenía una estúpida 's' grabada a fuego en su espalda, llevaba dos o tres costillas quebrantadas.

Dios. Ya ni sabía cómo seguía vivo.

Él se dejaba ir, pero la vida seguía ahí, aferrándose a su cuerpo moribundo. Eso de ser el lobo más fuerte de su generación, en ese momento, representaba más una desventaja que otra cosa. Muerto estaría mejor, y así Taemin correría menos peligro.


***1 año antes***


De alguna forma creía que hasta el sentimiento pudo haberse debilitado; demasiado tiempo lejos de casa y de su amado.

Ese recorrido que había llevado un año entero, exactamente lo que dijo su padre, pero se había desviado, como todo un buen rebelde. No había pisado más que la primera casa del gobernador del reino de los humanos, y al darse cuenta de que ahí no vería lo que quería —la vida real—, entonces al dejar el lugar fue a dirigirse a barrios comunes, si no es que pobres y populares, donde la singularidad era una característica en todos.

Había visto varias fiestas, disfraces, ceremonias, había sido parte de algunos ritos que le parecían singulares, con gente con una espiritualidad que casi le daba ganas de llorar.

Él odiaba esas tradiciones y costumbres, por lo que significaban en su vida ahora; le hacían sentir quebrado, roto por dentro cuando veía el equilibrio del universo al ver una pareja de hombres carnero casarse, cuando vio una pareja de hadas encomendarse al bien y a poner el mundo sobre sus hombros. Aquella vieja tarde que había conocido a una pareja de razas diferentes; un vampiro y un hombre lobo, desterrados por sus manadas, pero dentro de los límites donde el tratado de paz aún era válido. Había visto por unos cuantos días que el amor no conocía de límites.

Esa espiritualidad que había descubierto que tenía, porque sólo intentaba rebajar, si no es que a basura, lo tradicional y lo espiritual, era porque significaba una limitante para ese amor que lo mataría si estaba más tiempo lejos de su pareja. Porque Lee era su pareja.

Lo quisiera el mundo o no.

Y aún no tenía clara ninguna idea en su mente, lo que sea que fuera a decirle a su padre estaba presente en su cabeza, pero sin sentido, ni siquiera esa lección que tanto quiso que aprendiera.

Sabía que eso se definiría al ver los bonitos ojos de su amado, nuevamente.

Cuando recorre esas calles que le saben a esa nostalgia que estuvo acompañándole todo el tiempo, cierra los ojos y se concentra en lo que escucha; el canto de las aves, el mercado a lo lejos, a niños jugando en el parque a una cuadra, el viento silbando en sus oídos dándole la bienvenida despeinándole el cabello, llevándole ese olor característico de su manada.

Había extrañado el lugar, más de lo que le gustaría aceptar.

Sujeta la llave de su hogar, una barata y pequeña casa —si se le podía llamar así—, que solía pagar pidiendo rebajas, incluso, porque era un mezquino para pagar algo más caro y más difícil de ordenar. Era vago, además.

Abre la puerta y se tapa la nariz cuando el polvo se levanta. Tenía mucho trabajo y eso que sólo tenía un cuarto, el cuarto de baño, la sala que era uno con la cocina. Maldita sea.

Sentía algo de desesperación en su corazón, porque latía por ir a donde le esperaba su amado. Pero no quería apresurarse, correr a su manada y desaparecer junto a él no era buena idea, no quería ocasionarle problemas.

Deja su mochila de viaje en el piso y va en busca de un par de trapos para desempolvar toda la casa. Recoge con parsimonia las alfombras y las saca al patio a sacudirlas. Sujeta sus utensilios de cocina y los vuelve a lavar. Hasta era mejor cocinero, ya no era todo lo básico, ese viaje le había servido para aprender mucho, a Taemin seguro le encantaría, con lo comilón que era. Por ultimo sujeta un trapeador y se encarga de dejar brillando el piso.

Cuando deja todo brillando se da cuenta de que la noche había caído, y que seguramente ahora Lee estaría algo libre, seguro podría salir a verse en los límites de sus manadas.

Coge el teléfono y lo enciende. Tenía un año de estar apagado y lo primero que haría sería lo obvio, escribiría un texto a su amado.

Rayos. Se sentía exactamente igual que aquella vez que descubría que sentía algo por él. Era sofocante y excitante. Apenas podía respirar con normalidad, y eso que ni estaba delante suyo, aunque ya no faltaba nada para verlo.

<<Lee, ya saliste del trabajo? Podemos vernos? Quiero verte, deseo tanto verte. A la hora de siempre, donde siempre. >>

Deja el celular sobre la mesa de la sala y en el camino a su habitación empieza a desnudarse para ir rápidamente a la ducha. En su corazón no existía la menor duda de que Lee aceptaría y ya estaría en camino.

Rasura la barba que había crecido, quizá por ella no le había reconocido nadie, también su cabello algo largo termina siendo recortado. La ducha apenas logra relajarlo, pero no es nada, porque todo es insignificante cuando siente tantas ansias de verlo.

Pone un poco de gel en sus dedos y los reparte por sus cabellos, dándoles un aspecto descuidado, pero galante.

Sujeta el celular junto a sus llaves y sale de casa. Cuando enciende su moto, tiene un segundo de miedo, uno tan profundo de que quizá él ya no quisiera verlo, y desbloquea el teléfono con las manos temblando... Ve un texto de respuesta que le hace sonreír, aliviando su desesperación.

<<Hasta creí que fuiste una ilusión y yo seguía siendo virgen>>

Era tan ocurrente.

Y le volvería a quitar la virginidad, de ser necesario, claro.

Su corazón rebosante le hace pisar el acelerador a fondo, perdiéndose en las calles poco concurridas a esa hora. ¡Por la mierda! ¡No faltaba nada para verlo!

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Les dejo este capiutlo por adelantado, mañana no creo poder actualizar, asi que mejor adelantarlo ¿no?

Pasen una linda noche <3

¿Tienen más respuestas o más dudas?

:3

Por Amor - 2minDonde viven las historias. Descúbrelo ahora