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Y ahora estaba ahí, rezándoles a esos dioses porque lo libraran del dolor, de esa agonía, porque dolía, su vínculo con Taemin le lastimaba, la distancia le dolía, el vacío y la soledad se hacían más profundos y dolorosos.

¡No puedo seguir sin ti, Lee!

Gritó por ese vínculo que dolía.

—Ya averigüé dónde se quedará tu amado, así que ya no me sirves de nada. Iré a matarlo y con gusto haré que tu asquerosa descendencia desaparezca. ¡Te haré lo que me hiciste!

Escucha cómo Siwon cargaba la escopeta. Seguro le volaría los sesos, pero se aseguraría y sería con cartuchos de plata.

—Mientes.

Asegura con su fe ciega en que alguien con Siwon y la milicia de su manada, jamás llegarían a conocer a esa pareja que vivía en un lugar tan alejado, y que apenas eran conocidos por la gente. Casi eran un mito, tenían más de tres siglos vivos, para el mundo eran sólo parte de un cuento.

—Me creas o no, ya no me sirves de nada hermanito.

Cuando le ve terminar de llenar con cartuchos aquella escopeta, que reconoce como la de su padre, lamenta no saber nada del viejo, sólo pide que descanse en paz. Después de todo no importaba si el viejo le había o no considerado su hijo, porque para él fue suficiente con saber que era su padre para amarlo.

—¿Ya le dijiste tus últimas palabras?

Levanta la mirada, dispuesto a recibir el tiro de gracia mirando al que siempre fue un cobarde, quién jamás supo amarlo como hermano, quién sólo sabía vivir y manejarse con odio.

¡Siwon!

El grito se escucha afuera de la celda, y de repente es acallado. Siwon alista la escopeta, lista para disparar. Sólo que cuando abre la puerta de esa putrefacta celda, con mucha dificultad, casi borroso, al fondo puede ver un lobo blanco, de aquella manada casi extinta, de la que hablaban los libros y leyendas, ese con ojos rojos que lucía amenazante mostrando sus grandes colmillos rabiando.

Minho apenas es capaz de ver lo que ocurre, y sólo es capaz de reaccionar cuando escucha un par de balazos y de repente ve cómo desaparece un pedazo del techo y ve un ser demasiado blanco y brillante, sumado a que no había visto la luz hacía tantos días atrás, estaba cegado por tanta luminosidad. Parecían años enteros en la penumbra.

—Así que te resignaste a morir ¿Eh?

Esa voz.

—¿Kibum? —pregunta al borde del desmayo.

Y éste enigmático movía las manos, y como magia las cadenas eran soltadas, de sus manos y pies. Dios, aún estaban en su lugar.

—¿Qué haces aquí? ¿Y Taemin? ¡Dime que está bien!

El vampiro ve un par de lobos grises entrar al lugar y mira a Minho con cara de tener poca paciencia.

—Hace tiempo que no utilizo mis poderes —decía mientras esos lobos gruñían y mostraban sus dientes, dispuestos a atacar—. Y Choi, esta es la razón por la que a los vampiros les dolió no dejarme vivir con mi lobo dentro del grupo. Después de todo, fuimos enemigos en esos tiempos de guerra.

Minho ve cómo él parecía aspirar y los lobos que atacaban rabiosos cayeron al piso como bultos sin vida, y jura que vio algo blanco salir de ellos. ¿Sería sus almas?

¿Con sólo aspirar aire les había matado?

—Sin mover ni un solo dedo —decía sacudiéndose las manos y de repente quitaba su protección, esa piel de diamante que estaba demás—, y sobre Taemin no te preocupes, está esperándonos en casa. Es gracias a él y a Jonghyun que acepté venir. Igual si deciden expulsarnos del Tratado de Paz, nadie se atreverá a enfrentarse a mí, ni a mi lobo.

Con que ese lobo que había visto al otro lado de la puerta había sido Jonghyun.

Qué grata sorpresa. Y qué letales.

—Gracias.

—Dámelas cuando logres recuperarte. A este paso podría ser irreversible —decía él sujetando una inyección y clavándosela en el corazón. Fue tan directo, sin miedo, tan seguro de que no moriría de tan sólo ver el largo de esa aguja.

—Te lo decía por cuidar a Taemin y mi cachorro.

—Ten un poco de fe, Choi —le dijo acercándo su mano a su rostro—, ahora duerme.


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<3

¿Creen que Minho logre sobrevivir?

Gracias por todo su apoyo, estamos ya en el penúltimo capítulo <3

Tengan un bello día.

Por Amor - 2minDonde viven las historias. Descúbrelo ahora