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***continuación 3 años antes***


Con tremenda facilidad había levantado al lobo herido, ahora yacía en la cama, habiéndose convertido nuevamente a su forma animal. Sabe que es lo mejor, porque así se recuperaría con mayor facilidad y rapidez.

Rápidamente coge el viejo botiquín del lugar, juntando alcohol, yodo, vendas, algodón y gazas. Le mira muy preocupado, pudo ver demasiado cansancio en esos ojos, seguro por la pérdida de sangre y el hombro lesionado. Lo segundo era culpa suya, lo que lo hacía sentir más culpable.

—Te inyectaré anestesia —decía mientras cogía aquel frasco de vidrio y la jeringa de metal junto a una aguja—, no mires, serán sólo unos piquetes, aguanta ¿Sí? —pregunta mientras extraía el líquido y golpeaba la jeringuilla para asegurarse de que no hubiera burbujas de aire —. De otra forma no podré limpiarte bien la herida, menos acomodarte el hombro.

En ese momento cuando le ve cerrar los ojitos, agradece haber tenido entrenamiento en primeros auxilios, en intervenir heridas abiertas, hasta sabía suturar, si es que hacía falta, ya tenía un par de agujillas listas.

Estratégicamente inyecta en tres lugares para que hiciera efecto rápidamente.

Espera un momento, ordenando todos sus instrumentos, mientras la anestesia hacía efecto. Cuando vuelve a mirarle él cierra los ojos. Seguro no quería ver cómo removía en sus heridas.

Comienza su trabajo acercando una lámpara que pudiera iluminar la pata herida. No sabe cuánto tiempo pasa, pero agradece que él no se durmiera, porque ya había terminado y le faltaba arreglar aquella lesión en el hombro.

Él era valiente, y su corazón late veloz cuando todo el tiempo estuvieron mirándose y él no despegaba su mirada, lo pudo sentir. Era una estupidez, sonaba a la peor estupidez, pero estaba prendido de ese lobito de color tan hermoso, tenaz y valiente. Era perfecto.

Aunque, tal vez, después de esto él ya no querría volver. Sintió miedo, pero era parte de la vida. ¿Cierto?

—Te acomodaré el hombro —decía acariciando esa región donde había curado la herida, subiendo de a poco dándole suaves masajes para que sus músculos dejaran de estar tensos y acomodarlo no fuera demasiado doloroso —. Confía en mí, sé lo que hago, y no es la primera vez —él le seguía mirando fijamente, casi sin pestañear, debía distraerlo para hacer el movimiento—. Una vez, a las afueras donde viven vampiros que no están de acuerdo con el tratado de paz, me lanzaron tan fuerte contra una roca que mi hombro terminó dislocado, además tenía varias costillas fracturadas; fue la pelea más difícil, puedo jurar que aquel vampiro podía haberme matado —su mente vuela a aquel día, pero mientras narra tiene la pata del omega sobre su hombro, mientras sigue masajeando cada músculo, distrayéndole con su historia, agradecido de que él siguiera escuchándole, mirándole atento—. Tuve que regresar a mi forma humana y golpeándome contra la misma roca, logré acomodarme el brazo. En ese momento ni siquiera tuve tiempo de sentir algo de alivio por haber arreglado ese problema, mucho menos de desmayarme, porque ese vampiro de ojos azules volvió a arremeter contra mí, pero mi amigo Jinki me protegió; pudo aprovechar que el vampiro estaba tan concentrado en mí que no vio venir el ataque de Jinki, jamás lo había visto de esa forma, porque él normalmente es tan tranquilo, aunque no lo veo hace mucho tiempo... creo que ya será nombrado líder de su manda...

Por Amor - 2minDonde viven las historias. Descúbrelo ahora