viii

833 112 16
                                    


*

*

*


— ¡Pues yo no tenía idea de que él era mi pareja destinada! ¡Por la mierda Siwon! ¿¡No entiendes!?

—¡Te traje para que nos ayudaras a matarlo, no para que de la nada quieras empezar a jugar a la casita con este criminal!

Esos gritos le despiertan, y apenas puede respirar. Las cosas no mejoraban, la tortura sólo duraría un poco más. Minho sentía que pronto se dejaría ir, porque no sabía para lo que luchaba. Había cometido un pecado ¿Acaso al universo le importaría salvar a alguien como él?

Mientras Taemin estuviera a salvo, no importaba lo que fuera a suceder. Sabía que era cuestión de tiempo, moriría de todas formas, su cuerpo ya no toleraba el dolor, y la falta de ingesta estaba sólo apresurando su final.

Pero a diferencia de esa gente, sabe que morirá más que feliz.

—Come, come Minho —levanta la mirada, y se sorprende de que pueda abrir los dos ojos, aunque no por completo.

Estaba recuperándose.

Claro. No le habían castigado recientemente, sólo recuerda haber bebido un poco de agua de la mano de aquella mujer.

—No puedo, Minho, verte morir así me despedaza el corazón.

Su instinto le obliga a alargar el cuello y a comer ese pedazo de carne seca. Era insípida y horrible, pero no importaba. Sólo que tampoco sabe para qué alargaría ese sufrimiento. Vivo sólo representaba un peligro para su amado.

Cuando ella le pasa un trapo mojado para limpiar su rostro, Minho siente el tacto de sus manos generando una especie de cosquilleo ahí por donde le rozaba.

Por supuesto, era su pareja destinada. Podía reconocer, incluso, en ese estado tan deplorable, porque sus sentidos la estaban reconociendo.

—Me llamo Sun Hee —decía ella mientras le daba de beber un poco de agua.

Para tener un nombre tan dulce, ¿cómo fue que iba a matarlo?

Era tan irónico, todo parecía un escupitajo en la cara, el destino se estaba ensañando con él, y sinceramente no le importaba. Había jugado su última carta, y esa era el amor, ese amor que había construido con su amado.

Su cuerpo reaccionaba, pero su corazón estaba intacto. Ser pareja destinada no significaba nada, sólo una simple atracción corporal e instintiva, porque había entendido que el amor no tenía nada que ver con ello. Nada.

Pareja destinada, dos palabras tan simples, pero con un significado y contenido que quemaba más que el infierno. Parecía más una sentencia que algo divino y felicidad.


*** 6 meses antes***


Su padre había dicho una buena noche en una reunión de Concejo, que debían mudarse al norte, porque tenían negocios que hacer con la otra manada, además el nuevo líder era carismático y se llevaba muy bien con la manada Choi. Decía que tener una relación cercana con ellos sería beneficioso.

Y Minho se sintió extraño cuando él había anunciado esto. Se había mudado ya a una hora de aquel pedazo de paraíso que había encontrado con Taemin. Le habían relegado de su cargo de centinela de límite, a centinela de la ciudad, simplemente, en lo que su padre arreglaba todo para enviarlo donde habitaban los humanos, lugar de residencia del Consejo Mundial de Paz.

Por Amor - 2minDonde viven las historias. Descúbrelo ahora