capitulo 2: oportunidad caída del cielo

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capitulo 2: oportunidad caída del cielo

A la mañana siguiente, a eso de las 7 AM, Maia se estaba duchando y eligiendo la ropa para ir la audición.

Decidió ponerse unos pantalones deportivos negros, con cintas moradas a los lados, un pequeño top morado y un polerón negro con gorra. Su cabello lo dejó suelto, más ensortijado que de costumbre, ya que no alcanzó a secarlo. Su rostro, no lo maquilló, no acostumbraba a hacerlo. Sólo rizó sus pestañas y aplicó labial transparente. Se acomodó sus zapatillas preferidas, también en tonos lilas. Tomó su bolso y se fue.

A las 9 en punto estaba en una inmensa sala haciendo una enorme fila, ella tenía el número 207. De seguro pasaría todo el día ahí y ni siquiera estaba segura de lograrlo. Si de algo se caracterizaba Maia, era de no tener paciencia. Giró sobre sus talones y salió de la sala decidida a regresar a su casa. No pretendía perder su trabajo por algo que no sabía si valía la pena. A la entrada se topó con uno de los productores, con quien tropezó bruscamente.

“Mil disculpas! Lo siento!”, le dijo la chica realizando una amplia reverencia.

“Ya te vas?”, preguntó el hombre.

“Si, hay demasiada gente y yo tengo que ir a trabajar! Con su permiso! Y nuevamente, mil disculpas!”, respondió ella algo desanimada.

“Eres bailarina? Y por qué no pruebas en el modelaje? Hay sólo 10 chicas ahí dentro! Y así entre nosotros, creo que tú serías la más bella entre ellas!”, añadió el hombre, con un aire afeminado, mientras bajaba la voz y le guiñaba un ojo.

“Ud. cree que yo sirva para eso? Ja j aja… Yo nunca he modelado…”, añadió ella desconfiada y un tanto nerviosa.

“Déjame ver tu currículum!”, dijo el hombre, arrancando de un solo manotazo el documento de las manos de la chica.

“Wow! Estuviste 4 años bailando en Broadway! Después de eso, estás preparada para lo que sea!!! Ven conmigo!”, le dijo a la muchacha y de un brazo la hizo entrar a la sala contigua.

Allí efectivamente habían 10 muchachas. Todas muy delgadas, extremadamente altas pero nada curvilíneas. Todas con una expresión de desgano en su rostro y con ropas ajustadas y pequeñas.

Maia tragó saliva. No estaba segura de que ella era lo que necesitaban ahí. Es más pensó que ella parecería un esperpento al lado de esas chicas de 2 metros de altura. El hombre llamó rápidamente a una asistente.

“Ayuda a esta muchacha a encontrar un vestuario adecuado. Maquíllala y arréglale el cabello. Se que tiene mucho potencial! Tienes 30 minutos!”, ordenó el hombre y desapareció. En un plató a la izquierda, lleno de luces, le tomaban fotografías a algunas de las chicas.

Maia caminó con la mujer a un cuarto lleno de luces. A la chica le recordó los camarines enormes de la última compañía a la que había pertenecido.

“Y… desde cuando modelas?”, preguntó de pronto la mujer, sacando a Maia de sus pensamientos.

“La verdad… nunca he modelado! Yo soy bailarina!”, dijo honestamente la muchacha.

“Ay! Cuanto me alegra… Porque este casting no es para modelos, y estas chicas no saben hacer nada más que posar con la mirada perdida!”, añadió la mujer sonriendo.

“Qué? Y para qué es entonces?”, preguntó alarmada Maia intentando ponerse de pie. La mujer la sostuvo.

“Pero… has actuado alguna vez?”, preguntó la mujer.

“Si… Muchas veces, en comedias musicales!”, respondió segura la chica.

“Entonces tú ganarás! Es para actuar en un video musical de un cantante!”, dijo finalmente la mujer. Maia se tranquilizó. Era verdad, ella tenía algo de experiencia en la actuación. Además, un buen dinero extra, no le vendría nada de mal.

Danza de un extraño amor de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora