CAPITULO 4

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   Dijo que volvería rápido, y lo hizo. Fue fácil distinguirlo, ya que era muy hablador hasta cuando estaba solo.

—...no lo puedo creer qué estupidez, claro... como crear un nuevo agente es tan sencillo... —se detectaba el uso de sarcasmo hasta a un kilómetro de distancia—. Sí seguro, es lo que              haré e incluso se lo pondré mañana a primera hora en su escritorio, señor. Como si fuese mi culpa. Deberían culpar a Mike, no a mí. Fue su idea crear ese suero—. Ahora lo sentía más cerca cada vez, hasta que, finalmente, entró a la sala. Dio un breve respiro y luego continuó— como sea es mejor que comience a trabajar, deberé traer mi estudio aquí, no debo dejar al sujeto 358E sola...—no quería hacerlo, pero había escuchado lo mismo que la doctora me había dicho. Toqué mi frente con la palma de mi mano, ¿qué significaba eso? ¿Sujeto? ¿Acaso era otro término médico? Me esforcé por abrir los ojos. Estaba decidida, obtendría explicaciones y dejaría atrás cualquier malestar o dolor que sentía en ese momento.

   Al parecer se sorprendió cuando me volteé a mirarlo, estaba haciendo algo con una bolsa que colgaba de un palo de color plateado y estaba conectado a un tubo ligeramente delgado y transparente que se unía a mi brazo.

   Era alto—aunque para mí todos lo eran—su cabello tenía uno o tal vez dos tonos más oscuros que el mío, ojos marrones claros, era delgado, obviamente éste era tal vez el más joven, no más de dieciséis, vestía un polo celeste bajo acompañado con una bata blanca, con el mismo bordado de hilo negro en él. No esperé a que empiece la conversación.

— ¿Qué significa?—le dije directamente sin saludo alguno e indicándole con la cabeza lo que quería decir.

— Emm... ¡hola!, creí que estabas dormida—esperó a terminar lo que sea que estaba haciendo. Luego se sentó en una de esas mesas bajas con varios cajones color crema y continuó— ¿Qué significa qué?—cruzando ambos brazos a su pecho.

— Lo que dijiste hace un momento—me miró alzando una ceja. Tal vez pensaba lo mismo que yo: "dije muchas cosas". Antes de que empiece, lo aclaré—algo... con sujeto y algunos números.

— ¡Ah! Es eso... pues, es  tu clasificación, código, tu nombre tal vez. Como quieras llamarlo.       
— Yo me llamo Jess, ¡no tienen por qué cambiarlo! — ¿Si estaba molesta? Por supuesto, ni siquiera los conocía y ¿ya tenían un supuesto nombre para mí?; esto era demasiado.

   No podía quedarme, debía irme, lo necesitaba ya. Estaba decidido, lo haría ni bien me sacaran de esta sala.

— Tú puedes quedarte con ese, pero hasta que no te conozcan o, "confíen" en ti lo suficiente, te seguirán llamando así. Así que puedes irte acostumbrando- dijo esa última oración curvando una parte de su boca, mirando hacia un costado y bajando un poco su voz. ¿Estaba bromeando?, ¿Hasta que confíen en mí? ¿Qué clase de juego era ese? ¿Por qué confiar?

— ¿Perdón?, ¿qué, qué quieres decir?- Estaba totalmente anonadada. Lo miré, con una convinación de asustada, perpleja y con una gran interrogación reflejada en mi cara (o a lo menos eso creía, ya que aún me sentía algo adormecida), pero no estaba tan segura de que ese fuera el resultado de mi expresión. — No...

— Estarás bien, no te preocupes.- dijo aterciopeladamente-Por ahora solo necesitas descansar, luego te lo explicaré.

— Yo... No quiero descansar-moví demasiado rápido mi cabeza para enfatizar mi NO y comencé a sentirme mareada, pero no le daría satisfacción alguna. Así que aparté eso de mi mente y me esforcé para seguir hablando lo más tajante que pude.

— Quiero una explicación y la quiero ahora.-quise hacer una rabieta ahí mismo, era pequeña, así que tomaría eso como un punto a mi favor. Pero tenía miedo. Una vez hice eso cuando, sin darme cuenta, papá estaba cerca y, no terminó nada bien. Y si... ¿Ellos eran iguales a él? No, no me atrevería a descubrirlo. No en ese momento.

— Eres muy exigente para ser tan pequeña- hizo un bufido con ¿gracia?—pero te prometo que lo haré— alzando la mano derecha, mientras que, con la otra, la ponía en su pecho-.  Por cierto, soy Matthew, pero puedes llamarme Matt, todos lo hacen— tendiéndome su mano y sonriendo. Yo me quedé mirándolo, porque, ¿qué se suponía que haga con ella?

— Y, ¿por qué tú no tienes algún código?— dije en cambio.
Él fue cerrando poco apoco su mano, se levantó lentamente y a continuación dijo—Ya te lo expliqué, debes ganarte su confianza— ¿Acaso parecía dolido?  Se puso de costado, de un momento a otro pasó de estar feliz y amigable a estar completamente serio y callado.       
    Volvió a salir sin decir ni una sola palabra.

   Yo estaba realmente confundida, no sabía lo que le pasaba. Miré hacia la bolsa transparente que estaba al otro lado de mi cama y vi que goteaba lentamente. Me  toqué el brazo, quería quitármelo, pero estaba con una cinta blanca. La toqué tirando de ella, y al hacerlo, sentí un pinchazo agudo y doloroso. Así que me rendí y volví a echarme en la cama.

   Estaba sudando.

   Tenía la boca algo rara, aún estaba seca. Volví y miré a mi alrededor, la habitación no era tan pequeña como yo creía, solo la dividía una tela traslúcida y al otro lado logré visualizar una mesa y un gran estante con muchos papeles y libros de diferentes tamaños, y lo que yo buscaba. Había una mesita al costado de mi cama que tenía una jarra de vidrio y un vaso. Volví a mirar por si había alguien. Me acomodé y estiré mi brazo para servirme un poco.
Al acercar el vaso a mi boca, fue como sentirme viva. El agua fría hizo que me olvidara de los dolores que reinaban en mi cuerpo. Al acabármela fui por una segunda. Luego oí a alguien girando la manija de la puerta. Pero no me importó y seguí sirviéndome agua.

   Al incorporarme, vi a Matthew cargando con varios tubos, sobres, hojas, y otros objetos que no logré reconocer fácilmente.

   Volvió la vista hacia otro lado, después de que cruzamos miradas. Siguió caminando y luego dijo—Me alegro de que estés bien—con un tono raro y monótono en su voz.

— Pues, gracias-respondí. Dejé el vaso en la mesa y luego, queriendo hablar y obtener alguna información útil, comencé a decir— ¿Cuándo podré sacarme esto?—dirigiendo mi mirada hacia mi antebrazo—No me siento muy cómoda, ni siquiera sé lo que es.

— ¡Estarás bien! — ¿Qué estaré bien? Estaba completamente harta de oír esa palabra una y otra vez en un solo día. Así que lo único que hice fue rodar mis ojos esperando a que no se diera cuenta. —Solo espera a que se acabe el suero.

— Y, ¿como cuánto durará en acabarse?

— Unos minutos, cinco tal vez—comentó sin alzar ni una sola  vez la vista de su escritorio.

Asentí con la cabeza, y como no me vio hacerlo, enseguida añadí.

—Emm, por casualidad, ¿sabes dónde está mi mamá?
Por arte de magia, pasó de estar todo serio, a no saber qué decir.

— Debes descansar—me dio como respuesta, cambiando de postura—Como te dije antes, estuviste inconsciente y necesitas recuperarte. Vamos, duerme.

— No tengo ganas de dormir. —No era cierto, realmente estaba agotada, pero al ver que me cambiaba de tema, quise saber lo que pasaba con ella. Quería saber dónde estaba. Así que no me rendiría tan fácilmente. La encontraría sin importar qué.

— Yo...— al darse cuenta de que seguiría haciéndole la misma pregunta, una y otra vez, cedió, haciendo un débil mohín de incomodidad y, tal vez pensando en lo que diría a continuación—...no creo ser la persona indicada para... para contarte esto.

HopelessnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora