CAPITULO 10

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Contemplé a Matt, rígido, impaciente, preocupado…
Avanzaba con paso precavido, asustado, tal vez.
Pude darme cuenta que tenía una especie de TIC nervioso en el ojo derecho, no uno desagradable, si no, una que te daba confort, un especie de tranquilidad que no podía tener en aquel momento de nadie más. Si era como me había dicho mi madre, tal vez y solo tal vez podría confiar en él.
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Papá no llegaba hacía días.            
Ya no me parecía raro, él venía y se iba cada que le daba la gana. Sin mentir, mamá y yo disfrutábamos de esos pequeños instantes cuando él se encontraba fuera, pero esa noche no fue así. Era muy extraño escuchar esto, ella había ido a mi alcoba (pensaba que estaba durmiendo) al terminar de arroparme, luego salió a una velocidad increíble, lo cual, obviamente, me alarmó. Esperé varios minutos antes de levantarme para dirigirme a su pieza. Avanzaba cautelosamente para no llamar su atención, pero como siempre, aquel viejo piso de madera me daba la contra, pero ella pareció no haber percibido tono alguno. Pero había algo, un ruido que provenía de su habitación. No era uno exagerado, ya que desde mi habitación no lo escuchaba. Era como alguna clase de gritos ahogadas, acompañado de unas pausas cortas.
Su puerta se encontraba un poco abierta, la luz de las velas la acompañaba, aquel sollozo era algo extremadamente desolador. Ella siempre se hacía la fuerte frente a mí, no había permitido verla deprimida o destrozada, siempre me mostraba una sonrisa, aunque yo sabía que era forzada.
Estaba en el suelo, arrodillada. Mantenía ambas manos en su pecho, los ojos cerrados, la respiración entrecortada, las lágrimas en ambos cachetes, el cabello enmarañado y en el piso, un cofre abierto….

HopelessnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora