Caminaba por un largo pasillo. Las luces lo hacían parecer mucho más blanco de lo que era.
Entre cuatro personas, avanzaba, dudando. Lo único que agradecía, simuladamente, era ver que Matt estaba junto a mí. No conocía a nadie más y aunque, pensaba que su presencia era irrelevante, se lo agradecí silenciosamente de una forma u otra.
La larga sala seguía extendiéndose. Me pareció haber estado caminando durante horas y horas, tantas que casi caigo.
Un mareo repentino me nubló. Sacudí la cabeza y parpadeé para que se vaya, porque no quería mostrarme débil. No, no frente a desconocidos alargados que se iban moviendo mecánicamente sin hablar ni dar explicaciones de a dónde íbamos.
La señora que iba unos pasos delante mío, Karen según la pequeña placa dorada en su chaleco, le había dicho a Matt que era hora de trasladarme cuando irrumpió en la habitación después de un par de horas.
Doblamos. Su porte la hacía menor de 40, pero las enormes sombras bajo sus pálidos ojos azules más las gafas y algunas que otras arrugas la hacían parecer de unos 60.
La palabra TRASLADAR, seguía rondando por mi cabeza.
Karen aferraba tanto a su pecho una carpeta crema casi blanca que me era imposible observar si su chaleco también poseía aquel distintivo símbolo que me llamó la atención desde la primera vez que llegué aquí.*
Todo era tan parecido, que creí que estábamos dando vueltas en círculos, solo para jugarme una mala broma.
Lo que Matt me había dado hoy en la madrugada (después de haber despertado), aún tenía efecto sobre mí, haciendo que me encuentre algo cansada y un poco fuera de mí.
Karen se detuvo en una puerta de metal con una pequeña ventanita arriba, obviamente no querían que vea por ahí. Si Matt no me hubiese cogido del codo en aquel instante, seguramente habría seguido caminando.Karen sacó un pequeño trozo de plástico blanco, la cual deslizó sobre una abertura del mismo color al de la puerta. Apareció, luego de lo que hizo, un rectángulo negro, en donde ella presionó varias veces hasta que, repentinamente, la puerta se abrió haciéndome sobresaltar. Vi una luz azulada cuando la pesada puerta se abrió por completo. Frente a nosotros una pequeña plataforma del mismo material a la puerta pero más delgada, se extendía solo unos cuantos metros. De reojo, vi cómo Matt pasaba saliva y respiraba hondo. Deduje, instintivamente, que aquel no era un lugar en el que debía estar. Traté de seguir con una apariencia neutra e indiferente, a pesar de los nervios que me iban carcomiendo en mi interior. Karen ni se inmutó en hablar, lo único que hizo fue dalear la cabeza y los hombres que nos acompañaron se marcharon sin más. Aquella plataforma tenía barandales de forma tubular, haciendo parecer más una prisión que un refugio como me habían explicado.
Al acercarme vi que no era una sola planta, si no, había como cincuenta metros o más de profundidad, a la cual focos largos y azulados eran la única fuente de energía, o a lo menos eso creía.
Bajamos la escalera hasta llegar al suelo de baldosas (bien cuidadas para ser una clase de sótano) pensé, ya que como en el mío solo había un pequeño cuarto con varias cosas cubiertas de polvo y un pequeño asiento, creía que el de los demás era parecido o igual, pero claro, no me encontraba en un lugar común y corriente, y este no parecía ser, si no, una planta más.
Llegamos a una esquina en la que otro pasadizo nos conduciría a nuestro destino, o a lo menos al mío. Eso fue lo que me dio a entender cuando Karen volvió a hablar.
—Matt, ya no es necesaria tu compañía, vuelve arriba, vamos —con voz cansada pero exigente.
—Lo siento— dijo, haciéndose oír por primera vez durante todo el recorrido— pero le prometí a Je... al sujeto 358E que la acompañaría hasta donde usted la llevase.
— Mira ahora tengo mucho que hacer, y no necesito más problemas solo por absurdas promesas, así que vuelve y haz lo que tengas que hacer jovencito. A partir de aquí me encargo yo, además esto es clasificado y no es de tu incumbencia. —Rrespondió tajantemente haciendo rozar sus dientes mientras hablaba.
— ¡Qué coincidencia...! —cruzando sus brazos, apareció de repente el señor T.J, mucho más gordo de lo que recordaba.
— ¿Algún problema?, ¿por qué el ambiente se encuentra tan tenso aquí, Karen?
Ella cambió rápidamente su postura y forzó una sonrisa.
Le lancé una mirada de angustia y confusión a Matt, pero como respuesta solo se encogió de hombros y bajó la cabeza.
— ¡Señor! No pasa nada, solo le hacía recordar a Matt algunas reglas básicas de nuestro control de seguridad. — Lanzándole una mirada venenosa cuando mencionó su nombre—. Usted sabe, solo personal autorizado puede pasar a esta área y si mal no recuerdo a él se le negó formar parte de... esto, señor.
T.J. iba asintiendo lentamente con la cabeza de una forma pensativa.
— Sí, pero yo le di el permiso para que acompañase a la señorita las veces que él crea necesario.
Matt y yo lo miramos realmente sorprendidos, lo que estaba pasando, exactamente, no sabía con exactitud, pero se lo agradecí silenciosamente por no haberme dejado sola con aquella mujer.
— Señor...
— Sí, así es. Ahora debo hacer algunas cuantas cosas. Te veré más tarde, en la reunión. —Sonrió y se fue pasando por el costado de Karen sin detenerse a mirarla nuevamente.
Dio un suspiro ofuscado con algo de cólera. Estaba muy seria, avergonzada tal vez, con las aletas de su nariz dilatadas, subiendo y bajando. A la vista estaba tragándose toda la rabia, buscando donde poder explotar. Una imagen fugaz me hizo recordar a alguien que soñé o vi, así de molesta y fulminando a cualquiera que se metiera en su camino.
Pero... si lo hubiese hecho la recordaría, ¿no?
Aún ese sentimiento me seguía aunque quisiera olvidarlo y borrarlo de mi mente. De algún lado la he debido de conocer. La cuestión era ¿en dónde? Yo no salía mucho (bueno, casi nunca) y ese sentimiento me hacía sentir incómoda y con más ganas de averiguarlo.
Comencé a sentir frío, un aire gélido empezó a recorrerme desde la cabeza hasta los pies haciéndome estremecer. Miré a mí alrededor y dado que estábamos muchos pisos hacia abajo me era muy extraño encontrar alguna ventana. Pero la sensación no se fue.
Seguía cansada, hecha polvo.
El recorrido había durado más de lo que había pensado (o al menos eso creo), como una hora o algo por el estilo, o tal vez era solo cómo me encontraba en ese momento.
La voz de Matt me hizo volver a la realidad.
— Bueno ya lo escuchó, ¿ahora qué?— con un tono de superioridad y disfrutando de ese dulce momento.
Volvió a mirarlo más enojada aún. ¿Con rabia tal vez? Mientras que Matt le sonreía coquetamente.
De seguro me vio temblando un poco, miró hacia arriba y me apartó de donde estaba con suavidad. Al voltearme para volver a ver a Karen, ella había bajado la carpeta, solo un poco. Un pequeño descuido, así que pude llegar a verlo. No era el mismo bordado que había visto antes, este era un poco diferente, ¿en qué? no lo supe, aunque (al igual que lo que me pasó con ella) me parecía familiar, tenía la sensación de haberlo visto antes.
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Hopelessness
Teen FictionJess no tuvo una infancia muy feliz que digamos. La muerte de su hermano y la forma en que fue encontrado destruyó, literalmente, a su familia. Ella no sabía en lo que su padre trabajaba, ni antes, ni después de la tragedia, bueno no hasta poco ante...