two

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Ella estaba aquí.

Sus ojos marrones estaban echando humo y se veía esa rabia al vernos juntos, pero, yo no quería nada con Milo. Menos ahora que él era feliz con alguien como ella, mis lágrimas comenzaban a salir por el simple hecho de recordar mis momentos lindos junto a Ann y Milo.

Ellos eran mi felicidad, junto a Mike, Matheo y Alice. Pero al parecer no querían que que yo fuera feliz.

Primero la muerte de mi madre, luego la muerte de mi mejor amiga. No podía sentirme más herida, me levante llorando para ver como sacaban el cuerpo sin vida de Ann de la sala, por fin podían llevarsela, me quede mirando su cara pálida y sus ojos cerrados, sus labios rosados al igual que su cabello se veía tan vivo y ella se veía en paz. Me caí, por el simple hecho que mis piernas no respondían a mi llamado de moverme e seguir adelante.

Milo me tomo en sus brazos mientras que Holiday le reclamaba algo, mis ojos se cerraban.

( . . . )

Desperté en una habitación de color celeste, tenía varios pósters de super héroes. Fotos de una vida que ya había vivido, en la pared derecha un sin fin de fotos mías, de él, de nuestro grupo de amigos. Nuevamente comencé a llorar, el olor a Milo estaba totalmente impregnado en mi. ¿Cómo no tenerlo en mi? Estaba un suéter de él, como antes. Me sentía totalmente ahogada y traída nuevamente al pasado. Cuando todo era lindo junto a Milo, los malos recuerdos se habían borrado.

Cuando Irene me hizo imposible los últimos meses y por eso mi madre había apurado tanto nuestra mudanza, ella sabía de todo. Sabía que me atacaban cada día, pero yo no quería dejar a Milo y tampoco a mis amigos. Poco a poco todo se destruía, mis mejillas y mis ganas de llorar se hacían tan enormes, que yo no ponía tanta atención. No sé en que momento me había levantando de la cama y estaba mirado todo con nostalgia. Extrañaba tanto a Ann, tanto a Milo.

—¡Oh, tanto tiempo Sydney! —Exclamó una voz femenina, que conocía.

La madre de Milo estaba justo ahí, mirándome. Dandome esa sonrisa de tanto cariño y alivio que daba una madre al ver a su hijo/a totalmente a salvo de todo, nuevamente lloré y fui corriendo a los brazos de ella.

Así estuve un buen rato, en los brazos de la madre de mi ex-novio. ¿Pero que más podía hacer? No me quedaba nadie, solamente me quedaba Eliza pero ni hablamos tanto. Me sentía de una manera sola, extrañaba tanto a mi madre en estos momentos, Portland no era la mejor opción en primer lugar pero tampoco podía quedarme en California a encerrarme en el departamento que mi madre había comprado, vendí todo para comprarme mi boleta y conseguir una buena universidad.

—Madre, ¿ya despertó Sydney? —Dijo una voz masculina.

Este me dio una sonrisa, la madre de Milo nos había dejado me iría a preparar un té. Me dijo que me haría bien, cosa que acepté. Me senté nuevamente en la cama de Milo mientras que este hacía lo mismo.

—Tú habitación no ha cambiado nada. —Comenté.

Milo sonrió, mientras que sus lindos ojos avellanas me miraban atentamente a cada gesto o cada cosa que hacía, se escucharon unos fuertes pasos y allí se encontraba Holiday, giré mis ojos mientras que miraba las fotos y la nueva colección de libros que tenía Milo, este no había cambiando en nada al parecer.
Seguía con sus mismos intereses y me agradaba, era el mismo Milo de antes él que yo conocía, al ver a Holiday su mirada decía lo agotado que estaba por tener que darle siempre explicaciones.

—Holiday, ¿cierto? —Pregunté y la chica asintió. —Yo ya no quiero nada con Milo, ni pienso en tener algo con él.

Milo solamente nos miraba y me escuchaba, mi pecho dolía con cada mentira que salía de mi boca.

—Yo vine a Portland por otras cosas, no por Milo. Él se ve muy feliz contigo, así que no te preocupes por mi.

Holiday  daba una sonrisa complacida.

—No pienso en tener algo con él, nosotros ya tuvimos nuestro tiempo.

broken heart - ❝ milo manheim ❞ [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora