eighteen

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Mis mejillas ardían, como una si fuera un hervidor a punto de estallar, pero de felicidad.

— Sí, Milo. — Comenté, con una sonrisa cálida, mientras que soltaba pequeña risitas. — Aún te amo, y nunca deje de amarte.

Dicho esto Milo suspiro aliaviado, mientras que me abrazaba de una manera calida, me sentía totalmente llena de amor por él, sus ojos mieles se volvieron más claro de lo normal, como si su tuviera mucha energía acumulada.

Así que nos quedamos toda la tarde haciéndonos cariñitos, entre bromas y risas. El amor entre él y yo se hacía más grande, y se fortaleció cada segundo que estuvimos juntos en ese momento.

— Sydney.

— ¿Qué pasa?

Te amo mucho.

— Yo también.

Nuestros labios se juntaron para comenzar a besarnos, su lengua recorría toda mi boca, mientras que sus dedos se enrredaban en mis finos cabellos negros, me sentía feliz.
En la habitación sólo se escuchaban nuestros besos y lo muchísimo que nos decíamos te amo.

Estábamos locos, sí.
Pero de amor.

Milo se subió encima mío, mientras que yo comenzaba a acariciar el cabello de este y también sus mejillas.

El timbre sonó, me separé de él.
Mientras que me miraba algo molesto, solté una pequeña risita, él sabía que no íbamos a llegar a más, menos con Alison en el departamento. Me levante para ir a ver quién era, Holiday.

Ni sabía que hacía ella aquí, pero estaba llorando, su maquillaje se corrió y tenía los ojos negros y su lindo vestido rosa todo sucio con tierra. Le abrí y me miro con odio, se adentro para mirar a Milo, lo primero que hizo fue pegarle una cachetada.

— ¿¡Cómo te atreves!? — Gritó. — ¡Nos íbamos a casar, Milo! No puedes dejarme así como así.

— Yo ya hable sobre eso, Holiday. — Respondió este relajado.

— Claro, ¿y después de eso vienes a revolcarte con esta? — Preguntó, mientras me miraba con furia.

Holiday no paraba de llorar y de repetir que no la dejara por alguien como yo, estaba en el piso suplicandole a Milo que no la dejara, que lo necesitaba en su vida.
Que se mataría si él no volvía con ella, me sentí mal por ella.

De la habitación salió Alison, algo asustada mientras miraba todo el drama que estaba haciendo Holiday.

— Quedate en tu cuarto y no salgas, ¿te parece? — Esta asintió.

Mientras que caminaba no dejaba de mirar a Holiday, con una mirada triste o casi decepcionada de algo. ¿Qué le pasaría? Sin pensarlo, camino a donde estaba Holiday.

— Hey, no es él último hombre en la tierra. — Le sonrió llena de calidez.  — No hagas cosas que luego te vas arrepentir, así que ponte de pie. Y SÉ UN POCO MÁS DIGNA, ÉL NO SE QUEDARÁ CONTIGO.

Al escucharla, me sentía un poco mal, al decir eso ella se puso de pie y se encerró en su habitación, mientras que Holiday no paraba de llorar, sin más Milo la tomo para que se levantará.

— La llevaré a casa, vengo mañana. Te amo. — Susurró lo último, mientras que ambos salían del departamento.

Cerré la puerta, para escuchar el tono del teléfono conteste pero mi hermana lo hizo al igual que yo.

¿Diga? Tengo varias llamadas perdidas de este número. ¿Quién es? — Se escucho una voz femenina.

— Mamá....— Murmuró Alison desde la otra línea. — Mamá, te extraño. — Comentó llorando.

— ¿Alison? ¿Qué te he dicho? ¡Qué no me llames! No eres mi hija, entiéndelo.

— Pero mamá... sólo quiero verte.

— SÉ UN POCO MÁS DIGNA Y NO ME LLAMES MÁS. — Gritó.

— Siempre me dices lo mismo, mamá...te extrañó. — Lloraba.

— Tú no eres mi hija, y si me llamas nuevamente. ¡Te mandaré a un internado! — Cortó.

Me acerqué a la habitación de Alison y se escuchaban los pequeños gritos de la menor mientras que tenía en fe de que su madre la llamaría una vez más, mi corazón se partió en dos.

Alison era lo único que tenía y no la dejaría soltar tan fácilmente.

— ¿Alison? — Pregunté. — Déjame entrar.

— ¡Estoy ocupada!

— ALISON SÉ QUE LLORAS, ABREME.

— Veté, Sydney.

Mi corazón sufría por mi pequeña hermana, que extrañaba a su madre. 

broken heart - ❝ milo manheim ❞ [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora