Cap 28 El recuento de los daños (parte 2)

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Recuento de Daños: Nuevos y Viejos Caminos

Los días siguieron pasando normal. Dumbledore fue atendido en San Mungo y se recuperó de inmediato, regresando a Hogwarts tan pronto como se sintió bien. Harry también se recuperó pronto y continuamente iba a la enfermería a visitar a Halley, que poco a poco iba mejorando; el ojiverde aprovechaba el viaje para entrar clandestinamente al cuarto de Ginny y verla dormir; estaba convirtiéndose en un verdadero hábito.
El señor Weasley estaba muy preocupado por el hecho de que Ginny no despertaba, así que decidió mandarla a San Mungo; no quería correr riesgos.

Entre todo el personal de la escuela y la orden del fénix, hicieron un conteo de las bajas y ayudaron a restituir el castillo y sus terrenos.
Al mismo tiempo, se dedicaron a curar a los heridos y conseguir más suministros; pero la tarea más penosa, sin duda, fue la de enterrar a todos los que habían muerto en batalla. Dumbledore decidió que debía de hacerse un pequeño homenaje a toda aquella gente que había perdido la vida, a manos de la orden tenebrosa.

En los terrenos traseros, cerca del campo de quidditch, se levantó un enorme y majestuoso mausoleo, adornado con elegantes columnas de mármol y bellas estatuas esculpidas de ángeles; en la parte más alta de la edificación, se levantaba una enorme cruz cristiana que tenía un resplandeciente brillo. Todo estaba hecho de mármol blanco.

El día de el homenaje, algunos familiares de los caídos, se habían reunido junto con el personal de Hogwarts y la gente que quedaba del Ministerio de Magia, para honrar a los héroes; entre ellos se encontraba Rachel Fudge, viuda de Cornelius Fudge y su joven hijo; la señora lloraba con desconsuelo, mientras que su hijo trataba de ser un poco más discreto. Todos los presentes llevaban una hermosa rosa blanca.

- Hoy... -comenzó Dumbledore con absoluta ceremoniosidad delante de toda la gente- nos hemos reunido aquí, para honrar la memoria de todas y cada de las personas que cayeron en batalla; cayeron... defendiéndonos de la maldad... y del odio. Hoy venimos a honrar a quienes fueron victimas de la tortura y de la muerte, por parte de la tiranía de Lord Voldemort...
Varios comenzaron a llorar. Harry, Ron y Draco se hallaban serios, pero con semblante triste; Hermione y Audrey trataron de mantener la calma, aunque unas cuantas lágrimas se les escaparon. La que sollozaba con gran pena y dolor era la viuda de Cornelius Fudge; su hijo trataba de reconfortarla, abrazándola con fuerza. Dumbledore siguió hablando...

- Hoy... estamos aquí, para agradecer... el temple... el valor... el coraje de cada uno de estos héroes. Sin su ayuda... sin su sacrificio, jamás hubiéramos podido mantener Hogwarts con vida; sin su sacrificio, muchos de nosotros no estaríamos aquí ahora; ellos nos han dado una oportunidad, la oportunidad de continuar, la oportunidad de vivir... y eso... eso no podemos pagarlo con nada.

Mientras Dumbledore hablaba con total sentimiento, muchos de los presentes reflexionaban las palabras del director; entre ellos Harry. El joven gryffindor recordaba el sacrificio que varias personas habían hecho por él: sus padres, Arabella Figg... ellos habían dado su vida, por él; de pronto una tristeza invadió su alma; por que? Por que tenían que morir todos los que él amaba? 

[voy a detenerlo!] pensaba Harry [detendré a Voldemort, así sea lo último que haga!] [se los debo, a Arabella, a mis padres, a todos los que ahora perdieron a un ser querido!]
Amos Diggory también reflexionaba; una lágrima discreta se escapó de sus ojos, al recordar a su hijo, muerto a manos del innombrable.

La que se encontraba totalmente desecha del dolor y no paraba de llorar, era Rachel Fudge, su hijo trataba de calmarla inútilmente...

- Calma, madre! -reconfortaba su hijo- Tranquila!

Harry Potter y La Maldicion del Sueño Oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora