E̶s̶ D̶i̶f̶í̶c̶i̶l̶ O̶l̶v̶i̶d̶a̶r̶t̶e̶ ©

Capítulo 31

La ropa negra contrastaba con la desolación en su corazón.

Estaba de rodillas a la par que la manada miraba fijamente la lápida que se encontraba estancada en el suelo, un sabor amargo le invadió en el corazón, sus pies gritaban por contemplación, pero se reusaba a obedecer.
Las lágrimas aún seguían corriendo por su mejillas rojas por el frío, se tocó su vientre plano dejando ver la insatisfacción en sus ojos, apretó sus dientes dando de lleno en su labio inferior a la espera del sollozo que no quería salir, pero deseaba expulsar aquellas emociones.

Su mente viajó a ese día en que lo tuvo entre sus manos, en el día en que al fin había logrado conseguir ese ser tan importante en su vida, cómo era posible que ahora estaba ahí en el frío suelo, viendo en primera fila su adiós, un adiós que no era todavía tiempo de ser visto por él.

Rodeó sus manos sobre su vientre.

Se sentía solo, no se imaginaba la vida sin el, era una parte esencial de su vida y ahora le decía adiós ¿Por qué la vida era tan cruel? Las lágrimas bajaron por sus mejillas, torrenciales de ellas se acumularon en su barbilla.

Sintió la calidad y áspera mano de alguién detrás de él, sin embargo no le hizo cosa, no tenía porque hacerle caso, que lo llamaran exagerado, pero él estaba llevando una pena grande y podía llorar lo que sus ojos le pidieron llorar.

—Stiles termina de una vez —gruño Boyd. —No puedo retener el tiempo por mucho más tiempo, puedo ocasionar estragos en la vida diaria —el enfado era notorio en la poca paciencia del chico, ahora padre tiempo.

Bufo, lloró aún más al ver que a nadie le importaba ni siquiera un poco su pérdida, tan poco humanos eran, porqué no lloran o simplemente demuestran un poco de luto por el caído, no obstante ahí estaban todos mirando otras cosas en vez de mirar la lápida, ni si quiera Peter o Cora miraban el lugar que con tanto esmero se había concentrado en hacer, ¿Qué les pasaba a todos? Se preguntó mirando a su alrededor hasta que su mirada recayó en esa persona en especial, la culpable de que ahora estuviera llorando a mares desbordados por su gran perdida.

—Stiles dejalo ya —Malia como siempre incapaz de sentir empatia por otros que no sea ella misma, Stiles la miro a la esperanza de sus siguientes palabras y Scott esperaba que no digera lo que estaba pensando. —Es sólo un estúpido cómic, que Derek rompió —ahí estaba, la sentencia de muerte para la coyote.

Joder lo había dicho, había dicho que su cómic edición tercera de Iron Man era una estupidez, ella en verdad lo había dicho.

Y pensar que llegó a creer que era linda...

—Esto no es absurdo, lo absurdo aquí son ustedes que no sienten mi dolor. —Ese nudo en el inicio de la garganta vuelve aparecer impidiéndole hablar con esas personas insensatas y sin sentimientos al prójimo.

—Mieczyslaw —la hermosa voz de su chico suena por el lugar erizando su piel, sin embargo, recuerda como fue que su preciado cómic esta ahora cien metros bajo tierra y todo lo mágico de su voz se va directo al lado oscuro de su corazón. —Tú —señala el castaño con un puchero en sus rosados labios y los ojos cristalizados. —Ni hables, porque si no hubieras sido tan animal en el sexo ahora mismo mi hermoso cómic estuviera sano y salvo en la comodidad de mi cama, pero tenían que ser Derek–te doy–duro–donde–pueda–Hale. —Las orejas del moreno se colorean de rojo escarlata, mientras la vergüenza se hace preso de su sistema y la manada siente lastima por él, porque ciertamente todos sabían la verdad de su vida íntima. —Pero... —quiere aclarar las cosas, no obstante las palabras duras de su enano lo hacen temer por su vida y su parte trasera. —He dicho que tú eres el animal que folla duro o ¿No es verdad Derek?