Capítulo 8

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El desayuno a pesar de la presencia del balbuceante Diego fue muy silencioso.

Darien comía en un silencio sepulcral, y Serena era incapaz de romper ese silencio

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Darien comía en un silencio sepulcral, y Serena era incapaz de romper ese silencio. Todo se había dicho la noche anterior. Ya era
cuestión de esperar a ver qué sucedía.

Pero desde luego no era el mejor momento para que la señora Ikuko entrara en el comedor para decir que Yaten estaba al teléfono

Serena miró con incertidumbre a Darien.

-Dígale que la señora Chiba atenderá enseguida -instruyó al ama de llaves, y esperó que saliera de la habitación antes de dirigirse a Serena-.
Recuerda lo que te dije anoche -. También te sugiero que recuerdes lo que sucedió hace quince meses -añadió con desdén.

-No lo he olvidado Darien — aseguró ella.

-Vete a hablar al salón. ¡No me apetece oír la conversación! -añadió irritado.

Serena se levantó, mirando con incertidumbre al niño que yacía alegre en su silla junto a la mesa. Tal vez se estaba acostumbrando, pero
levantarse a darle el biberón de madrugada no le había parecido tan horrible como el día anterior. Se estaba encariñando con la pequeña e indefensa criatura.

-Déjalo conmigo -bramó Darien al verla vacilar -. ¡En este momento Diego es la persona menos complicada que conozco!

Con una mueca compungida, Serena entró en el salón contiguo y descolgó el
teléfono.

-Hola, Yaten -lo saludó secamente.

-¡Serena! -él parecía encantado de oírla por fin-. ¿Dónde está el ogro?

-Si te refieres a Darien, está desayunando.

-Claro que me refiero a él -dijo Yaten sin remordimientos-. ¿Cómo está?

Serena frunció el ceño. No sabía qué responder.

-Darien está muy bien -respondió evasivamente-. Yaten...

-¿Y tú, cómo estás tú? -continuó Yaten.

-Perfectamente -aseguró consciente de que él estaba
demorando lo que quería decir-. ¿Por qué me has llamado, Yaten?

Él soltó una ligera carcajada.

-Creo que llevas demasiado tiempo viviendo con mi hermano Serena. ¡Empiezas a parecerte a él!

-Podría ser peor -replicó ella mordaz.

-Todavía me odias -reconoció apesadumbrado.

-El odio, como el amor, es un sentimiento que hay que alimentar, o muere... y no pienso en ti lo suficiente para que me provoques ningún sentimiento.

De hecho llevaba meses sin pensar en Yaten. ¡Porque se había enamorado de
Darien!

-¿Significa eso que al menos me has perdonado?.

Vueltas del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora