Darien se paró en seco en la puerta del salón al verla.
— … Dios mío Serena, ¡estás preciosa!
Desde luego ella había hecho todo lo posible para estar así.
Llevaba un vestido de seda negra, con florecitas en plata. Iba perfectamente con su ligero bronceado. En contraste, sus ojos parecían casi azul marino, y su cabello brillaba como el sol.El comentario de Darien sobre su aspecto hizo que Serena dejara de pensar en su pulso acelerado y su falta de aliento ante lo apuesto que estaba él con su esmoquin negro y su camisa blanca como la nieve.
-Gracias -dijo ella, sonriendo ante su cumplido-. Aunque todavía no estoy lista. Creí que habías dicho a las ocho... -ella miró su reloj que marcaba las siete cuarenta.
-Así es. Ha surgido algo.
-Entra -lo invitó, ligeramente desconcertada-. ¿Quieres beber algo?
Él asintió con la cabeza.
-¡Tal vez sea mejor que tomemos algo los dos! -murmuró él mientras ella iba por las bebidas -¿Lo pasaste bien con Kelvin y Alan anoche? -le preguntó con interés una vez que dio un buen sorbo de vino que ella recién le daba.
Estaban sentados uno frente del otro en dos butacas.
-Muy bien, gracias.
Serena sonrió ante el recuerdo de la noche anterior, pero era consciente de que Darien estaba eludiendo hablar del motivo por el que había llegado tan pronto.
-Sabes, tal vez deberíamos haber hecho esto antes -murmuró pensativo.
-¿Hacer qué?
-Salir a cenar solos. O a pasear, como hicimos el domingo. De vacaciones también. Todas las cosas que hacen las parejas normales -añadió con gravedad.
-Nosotros nunca hemos sido una pareja normal.
-¿Por qué no?
-Pues... -se interrumpió, incómoda. Todavía no habían salido a cenar y esa conversación se había vuelto demasiado intensa.
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Vueltas del destino
Fiksi PenggemarUna vez más la irresponsabilidad de su hermana la mandaba a una etapa no explorada en su vida. Serena estaba volcada en su carrera, y cuando llegó Diego a su casa descubrió una nueva faceta que le llevó a añorar algo más que su rutinaria forma de vi...