Capítulo 11

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Dos días seguidos -murmuró Kelvin -. Cualquiera diría que estás enamorado Darien.

Serena se había dado cuenta de que la puerta del salón se había abierto, y por el escalofrío que sintió su espalda, sabía que la persona que había abierto era Darien. Pero no dejó lo que estaba haciendo, aunque sus manos temblaban y le costaba trabajo respirar.

¡Diego tenía los ojos azules!

¡Darien era el padre de Diego!

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¡Darien era el padre de Diego!

Tenía que serlo. Era cierto que Mina había tenido relaciones con Yaten un tiempo, ¡pero Yaten tenía los ojos verdes...! Era mucha coincidencia que el hijo de Mina tuviera los ojos de Darien. No le extrañaba que Mina no hubiera tenido reparos en dejar a su hijo en su casa. Probablemente pensaba que cuidar a Diego unos días era lo mínimo que Darien podía hacer.

Serena había dejado a Diego rápido y salido igual de la casa, para alejarse de los recuerdos de lo sucedido la noche anterior. Y había ido a refugiarse en su salón.

¿Qué estaba haciendo allí ese adúltero? Deseaba gritar, golpear algo y de preferencia ¡a Darien! Pero lo que hizo fue dejar  los alfileres con expresión indiferente, y mirar interrogativamente a Darien.

-¿Qué puedo hacer por ti? -dijo con los ojos azules llenos de resentimiento.

Él entornó los ojos ante su agresividad. ¡Unos ojos azules...!

-Como ves, estoy muy ocupada -añadió ella, señalando al maniquí

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-Como ves, estoy muy ocupada -añadió ella, señalando al maniquí.

-Creí que hoy no vendrías a trabajar -murmuró él.

-¿Por qué no? -replicó ella desafiante-. Tú lo has hecho.

-Tenía un par de cosas que resolver en la oficina antes de poder tomarme el día
libre -respondió él, sin dejar de mirarla-. Me ha sorprendido volver a
casa y encontrar solo a la señora Ikuko cuidando a Diego.

Serena había dejado al niño porque no se sentía capaz de cuidarlo en ese momento. No había duda de que lo quería, pues a pesar de todo, Diego era inocente en todo aquello. ¡Pero no podía mirarlo sin
ver esos ojos...!

Vueltas del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora