Capítulo 12

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— ¡Serena! -la saludó Mina cariñosamente, levantándose para abrazarla -. No esperábamos que volvieras a casa tan pronto... ¿Eh, estás bien, hermanita? ¡Estás blanca como la pared!

No, no estaba bien...; hacía una año que no veía a su hermana gemela y su matrimonio con el hombre al que amaba iba a finalizar. Sin embargo, mientras miraba a Mina solo podía pensar que era agradable volver a verla..., ilógico. Pero ellas siempre habían estado muy unidas. Y, por
extraño que pareciese, ese año de distanciamiento no había cambiado eso...

-No, no estoy bien -respondió débilmente, llevándose la mano a la sien-. He venido antes porque me duele la cabeza.

-Eso es nuevo, ¿no? -dijo Mina retrocediendo.

Estaba tan radiante como siempre. El embarazo y la maternidad no habían
añadido ni un gramo a su esbelta figura y, aunque tenía la melena rubia un poco más larga, añadía suavidad a los ángulos de su rostro.

-¿Cuándo has vuelto?

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-¿Cuándo has vuelto?

-Fui a recogerla al aeropuerto hace un par de horas -dijo Darien entrando en el lugar.

A Serena se le atoró el aire en la garganta al ver
a su marido. Hasta ese momento no se había dado cuenta de que estaba en casa
también... ¿Y había recogido a Mina en el aeropuerto...? ¡Ninguna de las veces que Serena había salido de viaje por trabajo había hecho eso por ella!

-¡Has visto qué amable! -dijo Mina, sonriendo a Darien.

-La amabilidad no tiene nada que ver con esto -replicó Darien-. Diego es tu hijo, y
deberías ser tú quien lo cuide.

-En este momento de su vida Diego no tiene ni idea de quién lo está cuidando,
con tal de que le den de comer -replicó ella, quitándole importancia-. Y las circunstancias...

-Al infierno las circunstancias -soltó Darien con crispación, mirando a Serena y frunciendo el ceño al ver su palidez-. Acabo de llamar al salón para decirte que Mina estaba aquí, y Kelvin me ha dicho que te habías ido porque no te encontrabas bien.

Su oscura mirada mostraba preocupación.

-A la señora Chiba le duele la cabeza -intervino la señora Ikuko amable, lanzándole a Serena una sonrisa de ánimo.

Darien atravesó la habitación y le levantó la barbilla, mirándola
fijamente.

-Deberías acostarte -le dijo con voz ronca.

Ella se apartó de la dominante figura de Darien con deliberación, ignorando la furia que brilló en sus ojos cuando lo hizo.

-Eso es exactamente lo que haré -les dijo a todos, recogiendo su
bolso, sin mirar a nadie-. Imagino que te habrás ido cuando baje más tarde -añadió mirando a Mina al llegar a la puerta.

-Darien se ha ofrecido a llevarme a casa -reconoció ella.

-Con todas las cosas de Diego, y tu equipaje, es imposible que hagas otra cosa -dijo él impaciente.

Vueltas del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora