Capítulo 1

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Esa tarde era maravillosa, con el estupendo café y las tostadas tuvo suficiente para retomar energías después de esa ajetreada mañana.

No lo sabía no sabía qué le pasaba pero era libre de mostrar sus sentimientos ya que él no estaba.

- ¿Sí?

La mujer pelirroja sonreía feliz cargando el portabebé. Pero en un instante hizo un pequeño gesto al mirar el rostro de Serena.

- ¿Serena Tsukino?

- Sí, soy yo.

- Vengo a verla señorita Tsukino

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- Vengo a verla señorita Tsukino. Mi nombre es Molly, soy la niñera de Diego. - Al ver que la rubia la miraba sin decir nada continuó hablando - La señorita Minako me dio órdenes específicas de dejar aquí al bebé. Debo decir que ¡Son idénticas!

La sola mención de su hermana hizo que Serena dejara de pensar, incluso, la pelirroja volvió a sonreír nerviosa.

¿Idénticas? ¡Pero claro! ¡Pero hasta ahí acababa la similitud. Ella y Mina eran gemelas idénticas y habían sido muy unidas en su juventud solo hasta que a Mina se le ocurrió en su habitual desparpajo, pensar únicamente en sus necesidades.

- ¿Puedo?

Serena parpadeó.

- Adelante.

Avanzó a través del pasillo mirando a la joven pelirroja cargando el porta bebé.

- Mina me dijo que usted cuidaría de Diego y

- ¡Qué!

No terminaba de sentarse cuando se incorporó. Alta, hermosa y esbelta perdió la compostura ante la revelación.

- No entiendo - parpadeó dos veces.

Dadas las circunstancias que rodeaban a ese par de hermanas y las ajetreadas carreras que tenían era casi imposible para Serena cuidar a ese bebé.

- Lo siento señorita pero - Parloteó confundida - Me caso mañana y

Serena se asomó un poco al portabebé.

- Hermoso ¿No?

¿Hermoso? Era rosado, arrugado y por fortuna tenía los ojos cerrados.

- ... Minako dio a luz hace cuatro semanas y, bueno, usted sabe. Ella está muy ocupada con su trabajo y yo ...

- Estarás deseando irte - dio un visto a su reloj - Llamaré al servicio de niñeras.

- ¿Un viernes a las seis?

¡Maldita Mina! Lo había vuelto a hacer.

Dándose cuenta que estaba frente a una completa novata Molly se ofreció a dar el biberón a Diego, incluso cambiarle el pañal no parecía tan desastroso.

Serena se sintió aliviada de que el pequeño se volviera a dormir.

— Es sencillo.

Molly parecía renuente a irse, pero un visto al reloj le dijo que era tarde. Serena la despidió asegurándole que todo estaría bien.

Se puso al día con su trabajo y en segundos estuvo en cama. Entrando en profundo sueño escuchó unos ruiditos en el cuarto de invitados.

Esos ruidos pronto se convirtieron en llanto y pronto en un lloriqueo que retumbaba en toda la casa.

Bajó los escalones con Diego en brazos, no por ello el pequeño tirano dejó de llorar.

Mientras preparaba el biberón con una mano y con la otra lo mecía con torpeza Serena dio un par de tumbos antes de sentarse a dar el biberón a Diego, solo para encontrarse con que lo rechazaba una y otra vez con su lengüita.

¿Estará enfermo? ¿Le dolerá algo?

Diego comenzó a llorar de nuevo.

— Vamos bebé

Lo volvió a mecer pero nada parecía dar resultados.

— ¿Qué está pasando aquí?

Y ahí estaba Darien. Parado justo frente a ella en la puerta. ¿A qué hora había llegado?

Quizá temprano a juzgar por la bata gris oscuro que traía puesta y el cabello desordenado que mostraba que había estado durmiendo.

Continuará

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