Capítulo 9

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¿Qué había de malo en llevarse al niño al trabajo?

En realidad no había nada malo en ello, excepto que Kelvin trataba a Diego igual que al gato que tenía en su casa, teniéndolo en brazos constantemente, y sin dejar de decirle monerías.

-Shh. ¡Vas a despertarlo! — Kelvin la miró recriminatoriamente.

-Se supone que los bebés duermen aunque haya ruido.
Obviamente Kelvin no tenía ni idea de lo ridículo que estaba en su nuevo papel de niñera.

Kelvin era uno de los hombres más
encantadores que Serena había conocido, y no era capaz ni de matar una mosca. Y en
cuanto al rostro lleno de cicatrices provenía de su adolescencia, cuando decidió ser honesto sobre su sexualidad y recibió varias palizas por su franqueza.
Pero el mundo de la moda era menos sentencioso sobre tales cosas, y Kelvin era
un maravilloso ayudante; era capaz de dar vida a cualquier diseño de Serena.

Llevaban trabajando juntos cinco años, y Serena esperaba quecambiara nunca.

-A trabajar.

Él suspiró, dejando a Diego en el cochecito.

-Estás muy refunfuñona hoy Sere -se quejó él, arropando a Diego.

Serena no estaba refunfuñona, sino más bien irritable. ¡Y sabía muy
bien por qué!

El sábado por la noche estaba tan convencida de que Darien realmente quería consumar su matrimonio, que había espera entrara en su habitación por la noche. Pero después de leer durante media hora una vez que se acostaron, Serena tuvo que aceptar que iba a dormir sola, después de todo. ¡Era pura frustración lo que la hacía estar tan irritable!

-No me llames así  -replicó ella cuando él por fin volvió a la mesa donde trabajaban-. ¡Sabes que no me gusta!

Kelvin se quitó sus lentes y levantó sus oscuras cejas al sentarse a su lado.

-¿Va todo bien en casa de los Chiba?

-¿Qué quieres decir?

-Normalmente no estás de malhumor, Sere ... Serena -se apresuró a corregir-. Esta mañana estás un poquito... nerviosa.

-Lo siento -murmuró-. Será que no estoy acostumbrada a que me despierten por
la noche... -se interrumpió al ver las cejas de Kelvin levantadas burlonamente — ¡Un bebé, me refiero! -añadió enfadada.

Aunque eran muy buenos amigos, él no sabía nada del arreglo de su matrimonio.

-Por supuesto -le siguió la corriente, ocultando su burlona sonrisa-. Supongo que, dadas las circunstancias, Darien no se siente demasiado inclinado a ayudarte.

Las circunstancias eran que Diego era el hijo de Mina, la mujer que había plantado a Darien...

-En realidad está siendo muy bueno con Diego... — se
interrumpió cuando la puerta que daba a la calle se abrió repentinamente detrás de ella.

-Hola Darien -saludó Kelvin cuando miró por encima del hombro de Serena hacia la puerta-. ¡Precisamente estábamos hablando de ti!

Serena hizo un gesto y adoptó una expresión de amable sorpresa antes de volverse hacia Darien.

-Algo bueno, espero -dijo Darien, entrando y cerrando la puerta tras de sí.

El salón era una casa enorme con varias habitaciones que había sido acondicionado para oficinas. Había ropa, en
diferentes grados de preparación, esparcida por todas las habitaciones mientras Kelvin y ella, junto con una modista que iba los jueves y los viernes, los confeccionaban para
la siguiente colección de Serenity.

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