Serena no podía creerlo. ¡El reloj de su mesilla marcaba las diez de la mañana!
— ¿Qué?
La última vez que había dado de comer a Diego eran las dos de la madrugada, y aunque no sabía mucho de bebés, estaba segura de que era demasiado pequeño para pasarse ocho horas sin comer.
Saltó frenéticamente de la cama y corrió hacia la habitación de invitados. ¡El portabebé estaba vacío!
Sintió náuseas mientras bajaba corriendo las escaleras.
-¿Dónde está el fuego?
Serena se volvió bruscamente al oír la burlona voz de Darien saliendo del comedor con el bebé dormido en sus brazos.
-Creía que se había ido -admitió jadeando.
-Es un poco pequeño para irse, ¿no crees? -bromeó Darien.
-¡Muy gracioso! -ella lo fulminó con sus ojos azules-. ¡No tenía ni idea de dónde podía haber ido!
-Como ves, está perfectamente seguro conmigo -continuó bromeando él, volviendo al comedor con aspecto cómodo y relajado en pantalones de mezclilla y camisa negra-. Entra y tómate una taza de café.
Malhumorada lo siguió al comedor y se sirvió una taza. Los primeros tragos de café la hicieron recuperarse un poco. Frunció el ceño al levantar la vista y encontrarse con que él la estaba mirando con una sonrisa divertida.
-No tiene gracia -se quejó irritada.
-No me estaba riendo de ti, Serena. ¡Solo miraba lo sexy que estás en pijama! -sonrió él cuando las mejillas de Serena se pusieron rojas ante el cumplido.
Se retiró el pelo impacientemente por detrás de las orejas.
-¡No puedo creer que haya dormido hasta estas horas!
-Diego se despertó a las siete para comer, y cuando entré a buscarte estabas tan dormida que te dejé y le preparé yo el biberón. No ha sido ningún problema.
Nada lo era nunca para Darien. Siempre parecía capaz de hacer frente a cualquier situación. Y si la situación lo requería, obviamente no tenía reparos en entrar en su dormitorio...
Serena miró al niño dormido en sus brazos, y su expresión se suavizó al ver la completa vulnerabilidad de una criatura tan pequeña.
Admiró la forma en que Darien sujetaba a Diego, tan competentemente que el niño se sentía seguro y querido.
-Parece que tienes buena mano con los bebés.
-Creía que ibas a decir con las mujeres -se explicó él.
-¿Y cómo iba a saberlo? -replicó mordazmente, molesta por la referencia a otras mujeres.
Él ladeó la cabeza interrogativamente mientras la miraba, con una intensidad que hizo que Serena se sintiera incómoda. Se levantó, retirando la silla ruidosamente.
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Vueltas del destino
FanfictionUna vez más la irresponsabilidad de su hermana la mandaba a una etapa no explorada en su vida. Serena estaba volcada en su carrera, y cuando llegó Diego a su casa descubrió una nueva faceta que le llevó a añorar algo más que su rutinaria forma de vi...