Capítulo 6

184 33 12
                                    

Serena no podía creerlo. ¡El reloj de su mesilla marcaba las diez de la mañana!

— ¿Qué?

La última vez que había dado de comer a Diego eran las dos de la madrugada, y aunque no sabía mucho de bebés, estaba segura de que era demasiado pequeño para pasarse ocho horas sin comer.

Saltó frenéticamente de la cama y corrió hacia la habitación de invitados

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Saltó frenéticamente de la cama y corrió hacia la habitación de invitados. ¡El portabebé estaba vacío!

Sintió náuseas mientras bajaba corriendo las escaleras.

-¿Dónde está el fuego?

Serena se volvió bruscamente al oír la burlona voz de Darien saliendo del comedor con el bebé dormido en sus brazos.

-Creía que se había ido -admitió jadeando.

-Es un poco pequeño para irse, ¿no crees? -bromeó Darien.

-¡Muy gracioso! -ella lo fulminó con sus ojos azules-. ¡No tenía ni idea de dónde podía haber ido!

-Como ves, está perfectamente seguro conmigo -continuó bromeando él, volviendo al comedor con aspecto cómodo y relajado en pantalones de mezclilla y camisa negra-. Entra y tómate una taza de café.

Malhumorada lo siguió al comedor y se sirvió una taza. Los primeros tragos de café la hicieron recuperarse un poco. Frunció el ceño al levantar la vista y encontrarse con que él la estaba mirando con una sonrisa divertida.

-No tiene gracia -se quejó irritada.

-No me estaba riendo de ti, Serena. ¡Solo miraba lo sexy que estás en pijama! -sonrió él cuando las mejillas de Serena se pusieron rojas ante el cumplido.

Se retiró el pelo impacientemente por detrás de las orejas.

-¡No puedo creer que haya dormido hasta estas horas!

-Diego se despertó a las siete para comer, y cuando entré a buscarte estabas tan dormida que te dejé y le preparé yo el biberón. No ha sido ningún problema.

Nada lo era nunca para Darien. Siempre parecía capaz de hacer frente a cualquier situación. Y si la situación lo requería, obviamente no tenía reparos en entrar en su dormitorio...

Serena miró al niño dormido en sus brazos, y su expresión se suavizó al ver la completa vulnerabilidad de una criatura tan pequeña.

Admiró la forma en que Darien sujetaba a Diego, tan competentemente que el niño se sentía seguro y querido.

-Parece que tienes buena mano con los bebés.

-Creía que ibas a decir con las mujeres -se explicó él.

-¿Y cómo iba a saberlo? -replicó mordazmente, molesta por la referencia a otras mujeres.

Él ladeó la cabeza interrogativamente mientras la miraba, con una intensidad que hizo que Serena se sintiera incómoda. Se levantó, retirando la silla ruidosamente.

Vueltas del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora