CAPÍTULO VIII

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VIII

Doc salió al exterior, me miró y se sorprendió un poco, creo que ni él se lo había creído. Afortunadamente había seguido mis órdenes tal y como se lo había indicado.

—Eh, devuélveme mis revistas; quiero volver a ver a la jovencísima de Verónica Tesh. Anda, déjame verlas de nuevo—. Le grité de habitación en habitación.

Quedó en silencio. ¡Rayos! Espero que no esté pensando hacer otra cosa. ¡Dale viejo; acepta, acepta!

—Ah… Sí, claro, por supuesto; entra, las tengo por aquí.

Todo iba tal y como lo planeé. Ya estaba adentro, y el Sistema, ni sospechaba… o al menos en eso confío.

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