CAPÍTULO VI

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VI

EL ÚLTIMO DÍA DE UN POLICÍA II

 

¿Qué hago? ¿Creo en el Sistema? Un software que ha mostrado fracasar, o qué. ¡No! Es momento de confiar en lo humano, confiar en mis propias posibilidades, no necesito de un tal Sistema para decidir por mí. Me vengaré, vengaré a todo mi escuadrón.

Fue entonces cuando decidí ir tras el vehículo B, e incumplir las órdenes de mis superiores. Durante el trayecto todo fue normal, como cualquier persecución; el auto corría por sí solo sin nada, sin problemas.

Al cabo de unos minutos llegó a la corporación Paraíso.

“No es necesario que haya hecho esto. El Sistema es capaz de lograrlo sin intervención humana.”

—¡Cállate!—Apunté al vehículo. Entonces disparé sobre el capote, rompí las lunas y agujereé a toda esa maldita chátara.

“No, alto. No puede hacer eso, es contra la ley. Es usted un criminal.”

—¡Cállate!— El auto explotó en pedazos.

“Pero qué ha hecho… No… No… Pero ¿no está?,  cómo es posible. Mis análisis son acertados, no puedo confundidme. La probabilidad de que llegara hasta aquí es abismalmente alta, su objetivo es quemarme.”

—Tú solo eres una estúpida máquina. Fallaste—. Le dije sin temor alguno.

“No puede ser, entonces, se atrevió a ir al gobierno. ¡No! Tengo que analizarlo de nuevo. Yo sé que quiere quemarme, no quiere atentar contra el gobierno; me quiere a mí. No puedo haber fallado, las opciones encajaban. Salió de su habitación usando un camuflaje óptico. Todo estaba planeado para capturar a esa cosa, por eso movilicé toda a salvaguardar la reunión del Congreso, así lo capturaría sin mayor interferencias. No puede ser, no pude haberme equivocado. Hay una probabilidad de 98% exacta de que venga por mí. Debe faltarme un dato. Cuál, cuál puede ser. Cuál dato, cuál…”

—Maldita máquina, iré a atrapar a aquella cosa—. Regresé a mi unidad y en ese instante se abrió la puerta del copiloto. Ella estaba ahí, pero yo ya estaba muerto…

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