Capitulo 12: Un trabajo sucio

69 3 0
                                    

               El olor a óxido y grasa quemada era denso en la habitación, las partes descuartizadas de un cuerpo se encontraban regadas por él suelo del cuarto. Otras 3 personas yacían boca abajo encima de enormes charcos de su propia sangre, una pequeña bombilla bailaba en el techo proporcionando una luz amarillenta a la escena. Los gritos de un hombre siendo apuñalado repetidas veces eran fuertes y desgarradores.

-¡Tulio! No es necesario todo esto, el consejo pudo haber encontrado una solución alterna. Piensa en lo que estas haciendo. Asesinándonos a todos sólo traerás más desgracias.

               Los gritos habían cesado y Tulio saco el cuchillo del pecho del que yacía en el suelo. Su pecho eran tajos de carne sanguinolentos que manchaban el uniforme azul de Policía del chico en el piso. Se levantó quitándose las gafas para limpiarlas con un espacio limpio de su camisa. Tulio obviando las palabras del único hombre que quedaba vivo en aquella habitación aparte de el, se fue acercando con el enorme cuchillo en sus manos. Un cuchillo ordinario de cocina que tenía un símbolo grabado en la hoja.

-Tulio No lo hagas por favor, Piénsalo ¿que ganarás con esto?

-Creo señor alcalde que usted no comprende que después de asesinar a una persona encuentras placer en el acto de asesinar a otra -Tulio limpiaba la hoja del cuchillo con la pierna de pantalón- he encontrado que en situaciones como está es mucho mejor actuar que dialogar.

-No lo entiendes idiota -el hombre regordete cambio su tono suplicante a uno amenazador- si asesinas al Consejo completo se puede romper el sello de nuevo y nada de lo que estas haciendo servirá.

               Tulio se encontró cara a cara con el alcalde a sólo unos cuantos centímetros de separación entre ambos. La hoja del cuchillo rozaba la garganta del hombre cortando un poco la superficie de la piel, haciendo que una gota de sangre caminara por el mango.

-No soy tan idiota, yo también formó parte del consejo y no pienso morir en un futuro próximo. Así que creo, señor alcalde, que su carrera política acaba hoy.

               La sangre salpico la cara de Tulio cuando el cuchillo rebano de lado a lado la garganta del alcalde. Los gritos ahogados y arcadas hacían que la sangre fluyera más rápido y bañara por completo la habitación y las ropas de Tulio que permanecía en una completa calma. De la nada un aplauso se escuchó entre el Holocausto seguido de una risa burlona.

-Bravo ¡Bra-vo! -Una chica de cabello oscuro estaba sentada encima de uno de los cadáveres aplaudiendo- realmente excepcional, ni yo mismo hubiera hecho un mejor trabajo.

-¿Que quieres? -Tulio dedicó una mirada cansada mientras colocaba el cuchillo en la única silla que había en la habitación, mientras se retiraba las ropas sucias dejándolas caer en el suelo- No tengo tiempo para tus bromas.

-¿Bromas? No querido, no estoy de humor hoy. Sólo vine a presenciar el espectáculo.

-Pues el espectáculo se terminó, si no hay nada que quieras decirme puedes retirarte.

               La chica jugaba con una mano cercenada que estaba en el piso, dobló los dedos dejando sólo el dedo medio en alto y se lo mostró a Tulio guiñándole un ojo, el hombre mantuvo su mirada sería y inexpresiva. Ella soltó una carcajada enorme y lanzó la mano al suelo.

-Relájate un poco, la vida para ustedes es muy corta como para vivir amargado- la chica se acostó boca arriba sobre el cadáver donde estaba sentada y cerró los ojos en una expresión de placer total- y si, tenemos cosas que discutir, siéntate.

La Ceiba RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora