Andrés admiraba los movimientos con la espada de David. Era un chico guapo, bajo otras circunstancias y sin haber estado involucrado con Roger, podría haber dejado que lo invitara a salir, pero no era el tiempo ni el momento de pensar ese tipo de cosas.
Andrés notaba que el símbolo en la empuñadura de la espada brillaba cada vez que la hoja rebanaba la carne de los demonios que se cruzaban en su camino hacia el árbol, Andrés no tardó mucho en preguntar, la duda lo estaba matando.
-¿Que es ese símbolo en la espada? Se vuelve rojo cada vez que la usas.
-¿Esto? -David señalaba con el índice donde estaba el símbolo, Andrés respondió asintiendo con la cabeza- son escrituras demoniacas -podía haber contestado que era un pastel manzana y había dejado a Andres igual de confundido- verás, los demonios son almas perturbadas de humanos, personas que murieron sin la gracia de Dios en sus vidas y fueron al infierno, con esto puedo retener el alma de esos humanos; bueno de esos demonios y hacer más fuerte mi espada.
-Es decir que si hago un trazo como ese en un cuchillo ¿puedo matar un demonio con ese cuchillo?
-No es tan sencillo, el trazo debe hacerse con sangre de demonio y conseguirla sin un arma no es fácil, aparte el acero del arma debe sumergirse en agua bendita para sellar la sangre en el arma. Y finalmente, no puedes matar a un demonio. El alma es algo eterno, solo Dios puede destruir almas, con esto solo puedo atraparlas y darle un uso, digamos, más efectivo.
-Entiendo -en realidad no entendía muy bien pero no quería parecer pesado delante de alguien que le salvó la vida- ¿estás seguro que por acá podemos llegar al árbol?
-100% seguro, las calles principales están repletas de demonios, si seguimos por estos callejones con suerte y el favor de Dios no nos toparemos con ningún otro.
Andrés no pregunto mas nada y solo siguió andando a una distancia prudente de David, corriendo de tanto en tanto para poder seguirle el paso. Al cabo de un rato ya podían ver a lo lejos la copa del enorme árbol, corrieron aún más rápido hasta llegar por la parte de atrás con sumo cuidado de llamar la atención de los demonios que salían de dentro, encontraron la vieja reja que hacía de entrada al cementerio, no muy lejos Andrés vio a Ana sentada sobre una roca
-¡Ana!
-¡Andrés!
Ambos se envolvieron en un enorme abrazo que casi les cortaba la respiración. Andrés tenía en mente otro encuentro, una Ana molesta por el golpe o un golpe de regreso, pero el abrazo fue muy reconfortante, algo que necesitaba con todo lo que estaba pasando. Andrés noto al separarse que Ana tenía una cortada en la cara con un poco de sangre seca sobre ella.
-Discúlpame por haber dicho lo que te dije, en verdad no siento eso, no creo que hayas sido tu. No sé que me pasó, sólo lo dije, fue un momento de rabia.
-Ya está olvidado Ana, ahora hay mucho de lo que ponernos al tanto. Esa cortada tuya, por ejemplo -Andrés recordó el golpe y se sintió culpable- ¿Lo hice yo?
Ana sacudió la cabeza avergonzada, como podía hacer esa herida con solo un golpe, aparte la manera en que había ocurrido había sido mucho más dolorosa.
-No, esto fue de parte uno de esos chicos malos que andan haciendo estragos en el pueblo, no te ofendas guapo pero golpeas como niña.
-Gracias -dijo Andrés de manera sarcástica- bueno ahora me toca a mí. Ana -La voz de Andrés tembló un poco- Roger esta muerto vi como sucedió todo y ya no hay nada que hacer, lo siento -las lagrimas corrían por las mejillas de Andrés por los surcos que aun permanecían marcados de las ultimas lagrimas que derramo durante la visión con Luci, jamás creyó que podía llorar tanto- trate de evitarlo, pero solo era un recuerdo yo no pude hacer nada.
ESTÁS LEYENDO
La Ceiba Roja
TerrorUn joven muere bajo extrañas circunstancias y su prometido se encarga de buscar la verdad, pero todo empeora cuando empieza a encontrarla. Podrás descubrir el misterio que se esconde detrás de Todo?