Capitulo 19: Acero de martires

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                Todos estaban completamente inmóviles. Aunque hayas visto al diablo 20 veces te sigue afectando su presencia. Luci se mantenía con distancia suficiente, a unos 2 metros de los chicos. Iba descalza, con un vestido color sangre y brillantinas, un hermoso brazalete de oro con incrustaciones de diamantes bailaba en su muñeca izquierda y su cabello iba recogido en lo alto de su cabeza con un moño sostenido por dos palillos metálicos con diseño de dragones. Andrés fue el primero en reaccionar y pero extrañamente lo único que venía a su cabeza era "¿Por qué el vestido?"

-Hay que vestirse para la ocasión querido.

-¿Que ocasión?- replico Ana

-El fin de sus suplicas obviamente, el fin de este... fiasco, ¿debería decir? O quizás ¿fracaso? En fin. Vengo a proponerles un trato y presten mucha atención pues solo diré los términos una vez. Están en lo cierto, el fuego del hades puede destruir a los demonios y sellar la entrada al infierno, pero solo yo puedo controlarlo y disponer de él, lo que los campesinos hicieron en aquel momento solo fue suerte de principiante y créanme cuando les digo que he tomado previsiones para que eso no vuelva a ocurrir, así que ustedes necesitan de mi para esto.

-Y porque querrías ayudarnos o acabar con esto si tu eres el causante de todo esto –Grito David.

-Calla humano, te equivocas al culparme. Pues ya he dejado claro en el pasado que esto se lo buscaron ustedes mismos. Y no tienes vela en este entierro amigo, el trato no es para ti.

          David se sintió amenazado pero sabía que nada podía hacer frente a Luci. Ella se enfoco en mirar a Ana y Andrés dejando a un lado al chico.

-Ahora, sin más interrupciones quiero darle los términos de lo que me trae aquí. Quiero que la sangre del hijo del guardián sea derramada frente a la ceiba en un corte limpio al cuello, no me interesa con que hoja sea hecho, pero sería un honor irónico que fuera con hierro de mártires.

-¡¿Qué?! –Replico David- yo no tengo porque morir por los pecados de mis padres.

-Los hijos siempre pagaran por los pecados de los padres y ya te he dicho que calles, los adultos estamos hablando.

-No lo haremos –Ana quito la mirada del diablo y miro a Andrés- No podemos, David nos salvo. ¡A ambos!

-¿Qué obtendremos a cambio? –Pregunto Andrés- si lo matamos, prometes acabar con todo esto y devolverme a mi Roger, ¿eso es lo que dices?

-Lo dije una vez y lo digo de nuevo, captas rápido, pero no puedo devolverte a tu querido. Veras aunque quisiera ya está muerto y devolverlo a la vida seria antinatural, es daño colateral cariño ya pronto conocerás a alguien más...

-¡CALLA!

          Luci levanto la mano e hizo que los tres chicos cayeran al suelo al unisonó, los tres sintieron como unas cuerdas invisibles los inmovilizaban por completo y los mantenían callados.

-Maldito niño insolente, ya basta de tonterías. Ya dije mi propuesta, la sangre del heredero y sellare el árbol nadie más tendrá que sufrir por los pecados de nadie más, el será el ultimo que sufra en este pueblo. En unos treinta minutos los demonios terminaran de limpiar el pueblo y comenzaran a buscar más personas a las que devorar, en ese momento traerán al chico a la ceiba y harán lo dicho. Prometo acabar con los demonios y que todo terminara. Si no lo hacen tendrán millones de almas inocentes en sus conciencias.

          Dicha la última palabra Luci desapareció dejando un aroma profundo a azufre en el aire, los chicos lograron levantarse y se miraron entre sí. Había una decisión que tomar.

-Lo siento David pero es tu cabeza por la de muchos otros.

-No, ¿no lo entiendes? Es una trampa, el diablo nunca ofrece nada sin consecuencias, si lo hacen serán igual que mis ancestros mataran para ser salvados y vivirán todo una vida maldita.

-Eso tiene sentido Andrés, piénsalo, hace muchos años hicieron exactamente lo mismo y que consiguieron, muerte y calles llenas de sangre. Si hacemos esto, lo mismo nos deparara a nosotros.

          Andrés sabía que había mucho en juego, vidas inocentes junto a sus propias vidas. ¿Acaso David no merecía ese destino? Por culpa de sus ancestros su Roger había muerto, junto con sabrá quien cuántas vidas mas, alguien necesitaba ser castigado por todo eso, pero, en realidad ¿era él quien tenía que decidir eso? Mil cosas pasaron por su cabeza, escenarios posibles donde podrían funcionar las cosas, y en mucha más cantidad otros donde todo resultaba peor, sentía que su cabeza iba a explotar ¿que era lo mejor por hacer? Tenía que haber una manera de solucionarlo todo, solo que simplemente la solución no llegaba ante él. Por la cara de los otros dos, a ellos tampoco. Luego todo estuvo tan claro como nunca antes, Andrés sabía lo que tenía que hacer, una idea tan fuerte y simple que parecía imposible que no se le hubiera ocurrido antes, sabia que era la única manera posible de salvarlos a todos.

-Ok, tienes razón David, darle lo que quiere solo traerá más desgracias, hay un trato en el aire y yo digo que hay que cambiar los términos.

La Ceiba RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora