Capitulo 20: Un beso de despedida

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          El frenesí de sangre disminuía a la vez que disminuían las vidas en el pueblo apartado de Rusbel, las calles completamente pintadas de rojo carmesí decoradas con partes dejadas por los perpetradores, quizás por descuido o desinterés por algo que yace muerto y separado de su dueño, la verdadera diversión estaba en aquellas partes que podían gritar y llorar a la vez que se apagan. Había demonios merodeando las calles, demonios carroñeros que se alimentaban de los restos que sus hermanos con más ferocidad dejaban atrás, estos tenían un aspecto asqueroso, raquíticos con pústulas que emanaban un hedor nauseabundo, casi parecian babosas gigantes con aspecto medio humanoide que se arrastraban, a estos parecía no llamarles la atención los 3 chicos que caminaban cerca, estaban interesados en los que yacían muertos, estos daban menos pelea y eso era fácil. Eran demonios repugnantes, pero listos, sabían que no ganarían una batalla contra nada que pudiera moverse un poco más rápido que ellos.

          Ana tuvo que taparse la cara para evitar vomitar por el hedor, camino de regreso a casa de Roger en busca de lo que necesitaban para el plan de Andrés, plan que no entendía muy bien pero Andrés estaba tan seguro de lo que decía que incluso parecía inapropiado contradecirlo y al ver que David aprobaba el plan como una vía posible, ella también estuvo de acuerdo. Lamentablemente debían ir caminando, correr podía alertar a los demonios de su presencia lo mejor era la cautela, estos parecían estar tan absortos en sus asuntos que no parecían notarlos. Llegaron ante las puertas de la casa y reunieron lo que necesitaban: unas cuantas velas, un cuchillo de cocina, tizas blancas, un poco de benzina y un encendedor. Ana también se tomo la libertad de comer el trozo de pastel que quedaba en el refrigerador, si las cosas no salían bien sería una lástima que ese pastel se perdiera. Con todo ya en mano a punto de salir Ana se dirigió a Andrés para repasar el plan.

-Puedes explicar tu plan de nuevo, entiendo, pero aun no me queda muy claro.

-Como les dije, Luci nos ofreció un trato, pero nosotros jamás solicitamos uno, así que lo que haremos será invocarle para tratar de cambiar los términos. Pediremos que todo esto termine de una buena vez a cambio cumpliremos con lo que pidió, le daremos la sangre de David, solo que no será una herida de muerte, esperemos que no note el cambio de términos, David cuando ella acepte, dejaremos derramar tu sangre sobre el pentagrama y el trato estará hecho, no tendrás que perder la vida y este infierno terminara. Ana creo que lo mejor es que el trato lo hagas tu, se ha metido en mi cabeza antes no quiero que sospeche lo que tramamos.

-Chicos de verdad agradezco lo que hacen por mí, si algo no llegara a funcionar, ustedes dos corran yo encontrare la manera de detenerla para que puedan huir.

          Los chicos asintieron al agradecimiento de David y este se fue hasta el lavabo de la cocina, Ana y Andrés se miraron por unos segundos en total silencio y luego se abrazaron fuertemente. El abrazo se sintió como si fuera el ultimo que se estuviesen dando, ambos colocaron todas sus fuerzas al abrazar al otro, de la misma manera que se abraza alguien cuando sabes que se irá lejos y quizás no veras en un largo tiempo, de la misma manera que una persona abraza a un ser querido que está a punto de morir. Ambos sentían miedo de que nada resultara y tener que ver morir al otro, después de todo trataría de engañar al diablo, una hazaña que parecía casi imposible de lograr. No notaron quien soltó a quien primero solo que desearon que el abrazo durara un poco más.

-Todo saldrá bien guapo, ya lo veras

<Si tan solo fuera tan sencillo> pensó Andrés mientras fingía una sonrisa

          Con materiales en mano, y luego de que David le indicara las palabras que debía decir para invocar a Luci se encaminaron hasta la ceiba que tenia tantos retazos de tela goteando sangre sobre toda rama, hoja e incluso el mismo tronco que hacia parecer que la misma ceiba fuera completamente roja.

La Ceiba RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora