Capitulo 15: David

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La habitación tenía un olor fuerte a óxido y un olor parecido al que se siente al cocinar grasa de puerco, una bombilla bailaba en el techo encendiendo y apagando como pequeños bajones de energía. Anabelle se encontraba boca abajo sobre un charco de sangre. Inmóvil por completo, un centenar de moscas revoloteaban por el cuarto mientras que otras estaban paradas sobre los cuerpos blancos en estado de descomposición, unas cuantas estaban sobre Ana.

La escena era digna de una película Gore, cuerpos descuartizados, sangre, tripas y un hedor insoportable a podrido y putrefacción acompañado del silbido de las tuberías del techo con manchas de humedad.

Una gota cayó sobre la cabeza de Ana, seguida de otra y otra. Ya habían caído varias y en la cabeza de la chica había una gran cantidad de cabello mojado debido a la gotera. No fue hasta que una rata caminara por su cabeza y pasará la cola por su cuello descubierto que Ana despertó desconcertada y adolorida.

Su vista estaba nublada y su cabeza daba vueltas como un pequeño hámster en su rueda de ejercicios. Sin poder ver nada con claridad se apoyó en lo que pensó que era un saco de harina, aunque estaba helado su cabeza no funcionaba muy bien así que no asimilo la incongruencia. Se levantó tambaleándose, casi tocando el techo con su cabeza que estaba a sólo escasos 6cm de una tubería. Mantenía un ojo cerrado para tratar de ver mejor y la mano izquierda levantada en busca de equilibrio, su cara aún dolía en el sitio donde Andrés le había golpeado.

Recordaba el golpe, luego de eso sólo era una masa confusa. El golpe fue fuerte, le hizo sangrar el labio por dentro, pero no fue lo suficientemente fuerte para hacerla quedar inconsciente, entonces, ¿como es que no recordaba nada? Cerrando los ojos trató con todas sus fuerzas el intentar hacerlo, una imagen de algo grande con Alas negras enormes cayendo sobre ella era todo lo que recordaba pero quizás tal vez sólo era un sueño... o una pesadilla. Abrió los ojos y la luz la cegó por un instante luego logró ver con claridad todo y cayó de espaldas mientras gritaba con fuerza, cayó sobre el saco de harina frío en el que se había apoyado, esta vez sintió que era algo demasiado frío para ser harina, dándose la vuelta notó que era el cuerpo de un hombre de edad avanzada, calvo, con pequeñas marañas de cabello blanco sobre sus orejas. Una gran cicatriz recorría su garganta abierta.

Ana Se llevó las manos a la cara para evitar volver a gritar y en parte para tapar el olor que manaban los cuerpos. A tientas evitando pisar las partes regadas por el piso y a los cientos de ratas que se daban un festín con la carne muerta de los cadáveres. Ana creyó por instante que uno de ellos respiraba, puesto que su estómago se movía, pero luego se percató que se movía de manera irregular. La chica no resistía ni un segundo más en esa habitación, lo más rápido que pudo se acercó a la manilla de la puerta. Para su sorpresa estaba abierta.

La parte de afuera estaba igual de oscura iluminada por una lámpara fluorescente a la que sólo le servía un foco, este hacia un sonido de zumbido parecido a cómo cuando una mosca vuela cerca de tu oreja.

Ana camino por el pasillo hasta llegar a una enorme puerta de metal al final de esté. La chica jalo la larga manilla pero la puerta esta vez si estaba cerrada. Se sentía como un perro atado a un poste, tenía libertad de caminar pero más no dé ser libre de su encierro. Ana cayó sobre si misma contra una pared hasta llegar al suelo, se llevó las manos a la cabeza tratando de darle sentido a la situación, tratando en lo mayor posible de no pensar en los cuerpos descuartizados de la habitación de tuberías.

Ana levantó la cabeza y vio una pequeña ventana que sabía que no daba al exterior puesto que no entraña luz por ella, de igual manera era una salida...



-¿Quieres decir que ya no saltará encima de mi si trató de escapar?- Andrés no podía dejar de mirar el cuerpo de Tulio en el suelo Su mirada antes dé morir era desesperante- puedo largarme.

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