9.

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Aitana.

No le permití ni con suerte a mi respiración volver a la normalidad, porque una vez que nuestras bocas cesaron con la intensidad, él se mantuvo cerca y con sus labios acarició los míos, dejándome aún con los ojos cerrados disfrutando de la capsula en la que nos había encerrado. No recordaba sentirme tan adentro de un círculo con alguien como el que habíamos creado con Santiago, de repente nada más que nuestras respiraciones entremezcladas se escuchaban y nuestros labios rozándose se sentían, lo que yo buscaba hacía muchísimo tiempo e incluso, mucho antes que hace varias semanas. Respiré hondo para darme revancha y él bajó la mano de mi mejilla, permitiéndole al frío volver a chocarse con mi piel. La densidad entre nosotros fue difícil de calmar, pero al abrir los ojos y mirarlo, me di cuenta que la podíamos controlar.

— ¿Qué estabas diciendo? —preguntó y me mordí el labio para evitar un poco mi sonrisa. No me acordaba qué estaba diciendo, pero una sacudida de tiempo entre beso y realidad me hizo acordar.

—Siento una inexplicable protección hacia tu hija, quizás es porque me da miedo que no funcione entre nosotros... no sé, pero pensé que si te hacía saber lo que en realidad yo poco entiendo que me pasa con vos, ibas a saber manejarlo mejor que yo, dado que sos el papá.

—Yo te agradezco que pienses en ella, pero de verdad no lo tenés que hacer, puede estar incluida con lo que soy, pero también soy una persona individual Aitu, y todo lo pueda pasar entre nosotros, va a ser nuestro, ni siquiera Lupe puede interferir ahí.

—Está bien, solamente no quiero olvidar el hecho de que ella es en quien te basas para hacer todo.

—Es mi prioridad sí, pero no dejes que eso te condicione conmigo... además, Lupe es un caso de los tantos que puede haber entre nosotros si tenés estas intenciones. —dijo y me miró con obviedad, lo que no comprendí hasta que lo dijo. — ¿Cómo estás tan segura que incluso pasando tiempo conmigo no tendrías una recaída respecto a tu ex?

Y fue ese el preciso momento en el que comencé a tenerla, miles de dudas venían a mi mente e incluso me sentí mal por todo lo que estaba pasando, nos habíamos besado y eso fue muy bueno, muchísimo mejor de lo que en realidad creía que podía superar de mí misma. Respiré hondo y negué sacándome las ideas de la cabeza, la mejor forma para escapar para mí siempre era riendo, tratando de ponerle humor a las cosas y eso fue exactamente lo que hice.

— ¿Cómo estás vos tan seguro que este beso fue el que vamos a recordar el día de nuestro casamiento? —pregunté haciéndolo sonreír un poco más. —ni siquiera me gustó tanto.

—Sí a mí tampoco, besas mal... me mordiste.

—Y vos... mentira, me encantó no me sale decir nada contrario a perfecto. —dije haciéndonos reír a ambos. Me encantaba que pudiéramos descomprimir la tensión a pesar de él hacerlo todo tan fácil para mí.

—Me pareció lo mismo y por eso, mi hija debería ser el menor de tus problemas.

—Santi yo no puedo decirte en cuánto tiempo voy a considerarme sana de mi ex, pero sí puedo pedirte que vos no dejes de ser esa medicina, porque realmente desde que te conozco me haces bien y eso es lo único en lo que me quiero enfocar.

— ¿Cómo si yo fuese algún tipo de clavo que tiene que sacar al otro?

— ¡No! No por favor no pienses así. —le pedí alarmada, ya que había llegado a una conclusión que yo nunca había pensado, no pasó por mi mente ni un segundo y cuando sonrió me alivié que lo dijo con la pizca de humor que lo caracterizaba. —Por favor no sientas eso, no es así, de verdad me haces bien.

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