Santiago.
Por primera vez en toda su vida, Lupe me había visto besar a una chica y al contrario de cuestionarlo o verlo extraño, se rió y se fue corriendo a buscar sus juguetes, para ser mucho más inteligente y ejemplificar lo que había visto en nosotros con los muñecos nuevos, Barbie como Aitu, y Ken como yo. Para mí fue mucho más terrorífico pero una vez más mi hija me estaba enseñando a hacer todo más simple, a ver el mundo desde su inocente mirada y a tranquilizarme, no tenía por qué preocuparme si ella lo tomaba como parte de un juego en el que encajábamos perfectamente. Con la misma naturalidad que entendió, también se olvidó, dos horas después cuando mis papás llegaron al departamento de Aitu, Lupe estaba más exaltada por presentarla ante ellos que yo, como si fuese su responsabilidad y me sacara toda esa presión a mí, haciéndolo mucho más fácil incluso para Aitana, quien entabló conversación con mi mamá rápidamente gracias a mi hija.
—Está buenísimo el fideo Aitu, con las ganas de comer pastas que teníamos ¿no Lean?
—Sí, sí, te pasaste eh.
—Bueno gracias pero en realidad tuve mis ayudantes, unos más que otros pero lo hicimos los tres ¿no Lu?
— ¡Ti, cote con papi la cane abela!
—Ah bueno entonces hay que ponerla a Lupe a cocinar más seguido. —le dijo mi papá y ella se rió como si le hubiese contado un chiste muy gracioso. — ¿Qué te pasa loca?
—Está contenta mi chiquita. —la miró mi mamá enamorada, después nos miró a los dos con esa típica mirada maternal emocional. —Me alegra tanto que se haya adaptado así, se le nota que está feliz.
—Creo que se adaptó más rápido que nosotros.
—Y yo que lo volvía loco a él pobre, pero la verdad lo hizo re fácil. —les contó Aitu. —El primer día a los dos segundos ya me dejó respirar, y ni siquiera se lo cuestionó eh.
—Y no qué se va a cuestionar si sabe que si su papá está contento por algo es, yo le decía eso a Santi, se va a adaptar rapidísimo, ella sabe con quién.
—Y si, si este desde bebé la tiene entre muchos chicos, se crió así... social.
—Ay sí me acuerdo cuando se fue de casa, un miedo tenía yo...
—Las primeras semanas cuando nació me quedé en mi casa, con ellos, después nos mudamos pero ya tenía un mes, casi dos. —le conté a Aitu. —imaginate yo ni idea tenía de lo que era un bebé, así que era más de ellos que mío.
—Y esta bestia se mudó con amigos, todos los fines de semana desfilaban adolescentes y yo le decía, Santiago la bebé no puede estar entre tanta gente todo el tiempo, pero no había caso y así se fue criando la pobre.
—Lo bueno es que eras un papá responsable, no dejabas a la bebé para seguir de joda.
—No pero me re costó, eran las cuatro de la mañana y lloraba como si la estuviese matando, era horrible para mí, para los chicos, para todos que no teníamos ni idea qué hacer.
—Por suerte te ayudaba mucho Carolina, con tantos hermanitos sabía tener un bebé.
—Sí es verdad, también me ayudó mucho.
— ¿Y vos Aitu, no tenés ganas de tener un bebé? —le preguntó mamá descolocándome hasta a mí, yo la miré un poco aterrado pero ella no borró su sonrisa hacia mi novia quien también estaba sorprendida por la pregunta.
—Creo que no es el momento, me encantaría más adelante pero por ahora no lo pensamos ¿no?
—No por ahora estamos bien así, entre nosotros es todo nuevo y con Lupe ya de por sí es complicado, pero en el futuro también me gustaría. —le dije a ella y a pesar de estar de acuerdo, era la primera vez que lo decíamos, yo no tenía ni idea de sus intenciones futuras con un bebé y para mí era algo impensado, no era el momento pero era bueno saber que teníamos las mismas ganas.
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Más de Dos.
Teen FictionSantiago tenía pocos objetivos que cumplir en la vida para considerarse satisfecho, terminar el colegio, trabajar, terminar una carrera y seguir la línea de vida de cualquier chico de su edad, pero su plan se vio afectado cuando su novia, a los diec...