Santiago.
Emiliano se había ido físicamente y aunque yo no lo conocía y tampoco tenía un motivo para coincidir con él, la tristeza que me causó ver a Aitana sentir su partida fue suficiente para tener empatía y respetar sus sentimientos, dejé de lado la conexión que semanas atrás me atosigó y acompañé a mi novia con lo único que podía darle, mi abrazo y compañía. Ella lloró cuando el llamado irrumpió nuestra irrealidad, se lamentó y su corazón se contrajo con un dolor profundo, pero entendió y después de un rato, pudo decirme que sentía paz y de la misma forma creía que él la tenía.
Esperamos el tiempo suficiente y fuimos junto a Jime y Guido, a la clínica donde aún estaba su mamá y esperaba firmar papeles, lo que ayudó para que se encontrara con Aitana y se dieran un abrazo sentido, la simple sonrisa amarga de la señora al agradecerle su presencia en la vida de su hijo el tiempo que compartieron juntos, a mí me hizo sentir bien, ella era un diamante de persona y estaba seguro que Emiliano se sintió igual de afortunado que yo de haberla cruzado en el camino, solamente nosotros dos podíamos saber lo que era encontrarse con alguien como Aitana y me alegraba que a pesar de su corta vida y su desafortunado final, a él también le haya tocado.
—Creo que va a ser mejor que vayamos.
—Pero acabamos de llegar Aitu.
—No podemos hacer más Jime, ella necesita estar tranquila y con su gente.
—Y Pedro quedó en avisarme cualquier cosa, me va a decir cuando sepan dónde lo van a velar. —dijo Guido coincidiendo. —es mejor que nos vayamos, y pasemos en el día un ratito a saludar.
—Bueno, como quieran.
No fue oportuno volver a sensibilizar a la madre y como estaba de un lado para el otro y mucha gente comenzaba a acercarse, nos fuimos a descansar ya que eran las cuatro de la mañana y dentro de tres horas yo debía levantarme. Dejamos a los chicos en su casa y fuimos a la de Aitana de nuevo, teníamos poco tiempo para dormir antes que mi mamá y Lupe se despertaran, por lo que nos acostamos intentando conciliar el sueño lo más rápido posible.
— ¿Te dormiste?
—No... no puedo. —le dije refregándome la cara, a pesar de tener el cansancio de todo el día anterior y estar por cumplirse casi todo un día sin dormir, la adrenalina no me dejaba cerrar los ojos y descansar. —No puedo ir a trabajar así.
—Yo tampoco, pero aunque queramos quedarnos Lupe va a estar descansada y no vamos a poder dormir.
—Sí, es verdad... creo que voy a tener que llamar a mi jefe y preguntarle si me da el día, porque no puedo ir así.
—A mí seguramente me lo dan, podemos ir a buscar a Lupe, llevarla al jardín y venir a dormir un rato, después la buscamos.
—Bueno, entonces quedémonos despiertos hasta que se haga la hora, total falta... —me levanté un poco y agarré el celular de la mesa de noche para encenderlo, la luz me cegó un poco y me di cuenta lo mucho que me ardían los ojos por el cansancio pero no tenía sentido que los cerrara. —una hora y media para llegar a lo de mi mamá, despertarla y prepararla.
—Está bien, igual no me puedo dormir así que ni lo intentemos. —dijo y se levantó pasando por encima de mí para bajarse de la cama e ir a encender la luz, al volver noté de cerca cómo sus ojos estaban chiquitos por el llanto y el cansancio acumulado, por lo que la abracé fuerte y nos mantuvimos un rato de esa forma. — Qué difícil es para los que se quedan, afrontar la inexistencia de alguien que quisiste mucho... prefiero quedarme con la sensación de haber terminado nuestra historia porque merecíamos encontrar a nuestros amores verdaderos,... me hubiese hecho muy bien enterarme que encontró la misma felicidad que yo.
ESTÁS LEYENDO
Más de Dos.
Teen FictionSantiago tenía pocos objetivos que cumplir en la vida para considerarse satisfecho, terminar el colegio, trabajar, terminar una carrera y seguir la línea de vida de cualquier chico de su edad, pero su plan se vio afectado cuando su novia, a los diec...