16.

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Santiago.

Tenía un miedo ilógico, no había razón para sentirme en la obligación de darle explicaciones a Carolina de mi relación ni tampoco ella podía quejarse al respecto, no estábamos haciendo nada malo y además Lupe no nos podía ver porque se suponía que tenía que estar adentro de la casa, donde la dejé a su cuidado. Por lo tanto relajarme fue la primera pauta que me puse para entrar a mi casa y fundirme en un abrazo enorme con mi hija, quien estaba exaltadísima por contarme que había visto la película de Barbie y las tres mosquetes por cuarta vez en la semana.

Merendamos sin Caro y eso fue índice exacto de saber que nos había visto, le había molestado y probablemente se estaba aguantando las ganas de reprocharme por más que yo no sabía con qué podía atacarme, pero ella siempre resultaba encontrar la forma de hacerlo. Yo estaba demasiado feliz para contaminarme con discusiones y planteos innecesarios, y también podía estar equivocado y simplemente le dolía el estomago cómo dijo.

—Lupita tengo un plan. —le dije mientras lavaba los platos que habíamos usado y ella dibujaba en la mesa. Me miró atenta y procedí a explicárselo. —Te preparo el baño, le ponemos espuma a la bañadera y jugás un ratito ¿qué te parece?

¡Ti, ti, ti! —festejó parándose en la silla, pero me apresuré a retenerla del brazo. — ¡Puma!

—No saltes en la silla hija, te podés caer... sentante por favor.

¡Puma!

—Sí, le ponemos espuma y... después me baño yo mientras vos elegís una peli para ver, que no sean las tres mosqueteras. —acoté rápido y ella lo analizó. —nos acostamos los dos juntitos y abrazaditos ¿querés?

¿Y cotas ricas?

—No gordita cosas ricas no, ya es domingo y mañana hay que ir al colegio. —le expliqué y me reí cuando su cara expresó decepción. —Pero vamos a estar juntitos y abrazaditos. ¿No es un plan re bueno?

¡Ti!

—Viste, papá tiene los mejores planes.

Papi mejor.

— ¿Soy el mejor papi?

Ti.

— ¿Y vos me amas mucho?

Ti.

— ¿Y tengo los mejores planes?

¡Ti! —se rió ella y me sequé las manos para agarrarla cuando me levantó los brazos para que la alzara, la levanté apretándola fuerte contra mi pecho causando su risa.

—Ay mi vida, te amo tanto bebita.

Yo tamben papi.

— ¿Me prometes que no vas a crecer nunca y siempre vas a estar así de chiquita? —le pregunté mirándola y ella sonreía de par en par sin entenderme, con sus manitos sobre mi cara tomándolo como un juego. —Y si creces grande, grande, grande, ¿me vas a seguir amando?

Ti.

—Pero no crezcas mucho igual. —le pedí dándole un beso en la punta de la nariz, lo que la hizo reír y comencé a darle besos por toda partes desatando más su risa y sus intentos de besarme también para jugar conmigo.

Le preparé el baño tal como se lo había prometido y la cambié en el cuarto para dejarla elegir la película desde mi celular, ella se quedaba en la cama quieta pero le pedí a los chicos que la vigilaran mientras yo me bañaba y cuando salí, Juan y Lucho estaban los dos jugando en mi pieza mientras hacían una guerra de cosquillas, lo que me dio margen para hablar con Caro que estaba en su pieza, toqué la puerta y cuando dio el pase estaba con el celular en la cama.

Más de Dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora