31.

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Aitana.

Por más intentos con toda la voluntad posible de no salir lastimada, ya estaba siendo perjudicada y me dolía todo lo que pasaba a tal punto de dejarme caer en un estado depresivo poco normal en mí, la última vez que había tenido uno fue cuando me separé de Emiliano y no recordaba que me afligiera con la misma intensidad como estaba siendo con Santiago, porque en el medio estaba Lupe y en realidad no era una separación, era un tiempo para que él pudiera enfocarse solamente en lo más importante, como los problemas que su amiga le había encajado de repente con la progenitora de su hija. Por todo lo que yo lo amaba y deseaba poder pasar la tormenta que atravesábamos, accedí a que nos tomáramos un tiempo, pero la semana empezó y en el transcurso de ella me di cuenta lo mal que me hacía estar separada de él, el enojo ya se había ido y el remordimiento también, lo único que me importaba era saber cómo afrontaba los problemas y si estaba bien, ya que hice lo posible con Victoria para compartir horarios de Lupe a consentimiento de su papá, y principalmente, no contesté ningún mensaje de Carla avisándome lo que le pasaba a su hijo.

El jueves como era normal para nosotros, yo salía de la facultad y pasaba a buscar a Santiago para después ir por Lupe, pero como era una clase insignificante y podía pedirle el contenido a mi amiga Rocío, enseguida él se fue a la universidad, yo busqué a Lupe por su casa y la llevé a merendar, después al parque a jugar un ratito y pasamos el mayor tiempo posible exprimiendo nuestra relación. Desde que me había enterado lo que ella tenía planeado en el jardín, mi visión de la vida cambió rotundamente y por eso también acepté sin hacer un problema más grande cuando su papá me pidió el tiempo, creía que si Lupe estaba intentando manifestarse de esa forma conmigo, no tenía el poder de negarme, tampoco quería hacerlo y me afiancé a lo que buscaba, verme con la imagen maternal que me había otorgado.

Mi ilusión de poder cumplir el sueño de ser mamá en algún futuro, comenzaba a dar pinceladas a mi vida actual y me gustaba muchísimo, quizá no la había podido formar yo, tener en mi panza, parirla y estar con ella desde el momento cero que conoció el mundo, pero sin importar la naturaleza de la relación, Lupe quería adoptarme y yo a ella, me bastaba con saber que era hija de Santiago y pese a lo que nos tenía estancados, lo amaba y consideraba el gran amor de mi vida, porque lo que me pasaba era mucho más fuerte que cualquier relación anterior, él tenía incluida a la personita que más feliz me hacía en el mundo y para mí, era suficiente razón.

La miré por el espejo retrovisor cuando se durmió en su sillita y bajé el volumen del CD de Topa, me gustaban las canciones pero aproveché el silencio para escuchar mis pensamientos y sonreír al ver a la nena en mi auto que quería que yo fuese su mamá, sin embargo fui interrumpida por una llamada entrante y cuando estuve en el semáforo, lo conecté al auto para ver quién era, Carla me llamaba y era extraño que ella lo hiciera, solamente me mandaba whatsapp dándome noticias de Emiliano pero como había dejado de contestar, lo hacía con menor frecuencia, dejé que sonara y la culpa me invadió cuando se apagó, pero volvió a insistir y sin poder controlarlo, atendí.

—Hola.

— Hola Aitu. —preguntó la serena voz de Emiliano, me mordí el labio nerviosa sin saber qué hacer pero fue un alivio que fuera él porque eso significaba que seguía vivo, miré a Lupe que dormía y bajé aún más el volumen ya que la llamada resonaba en todo el auto. —Soy yo.

—Sí, hola ¿qué pasó?

—Quería saber... qué pasaba, no viniste más y no contestas... ¿pasó algo o...?

—Eh... no, no pasó nada pero estoy muy ocupada, mirá Emi me importa saber que estás bien pero no puedo estar ahí, yo recibo los mensajes y me quedó tranquila, pero vos sabes... tengo una vida mucho más caótica ahora con Lupe y de por sí el trabajo, la facultad...

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