Aitana.
La situación de por sí me ponía mal y me hacía doler hasta el corazón, pero era muchísimo más fuerte sentir esa lejanía que imponía Santiago, al mismo tiempo me molestaba pero me ganaba la angustia de tenerlo enojado, distante y sin intentos de cooperar para que no estuviésemos de tal forma. En la semana no quiso quedarse ningún día a dormir y empezó a ponerme excusas, para el jueves no lo soporté más y en mi intento de aclarar lo que nos pasaba, terminamos discutiendo peor y por primera vez supe lo que era pelear con él y derramar lágrimas de impotencia por su culpa, algo que nunca creí que podía ser posible de su parte. Quise entender y que lo razonáramos juntos, pero se negó a aceptar que a mí me estaba pasando algo extraño con la situación de Emiliano, y sin lograr nada me alejó de Lupe y de él mismo, dejándome peor.
El viernes era mi oportunidad para seguir manteniendo la tensión o arreglara, pero era el día que Emiliano podía verme y después de pensarlo muchísimo sin consentimiento de mi novio, accedí a visitarlo a la casa de su mamá, donde estaba viviendo desde que se enteró de la enfermedad que padecía. Yo no sabía qué postura tomar, fue un shock saber de lo que se estaba enfrentando como persona y por el cariño que le tenía, sin controlarlo me afectaba, verlo fue mucho más impactante.
—La verdad es que no tenía ni idea que hablaste con mamá, pero cuando me contó obvio me alegró que quisieras venir.
—Ella me puso al tanto, es lo mínimo que podía hacer. —le dije y cuando me invitó a sentarme en el sillón enfrentado al suyo, fue ver para creer que realmente era Emiliano, estaba deteriorado y diferente a cómo era y lo recordaba, no podía entender por qué le tocaba a una persona tan buena como él pasar por algo así. — ¿Cómo estás?
—Bien, bueno... intentando salir de esta mierda, me faltan tres sesiones y puedo ver al oncólogo para que me diga cómo resultó el tratamiento.
— ¿Hace mucho empezaste?
—Unos meses sí.
— ¿Meses, después de lo nuestro? —me animé a preguntar y aunque dudó, negó confundiéndome más. — ¿Antes?
—Cuando me devolvieron los exámenes de rutina. —dijo y fruncí el ceño al recordar cuando fue a hacérselos, ya que fui quien le preparó la merienda cargada para que no sufriera el ayuno, quince días antes de haber terminado con lo nuestro aproximadamente. —no había síntomas visibles aún y por eso me adelanté a cortarte... era lo mejor que podía hacer por vos, no quería que pasaras por esto.
— ¿Qué, vos...vos me cortaste por... esto?
—Algo así, yo no quería hacerte esto Aitu y fue la decisión correcta... pudiste seguir adelante re bien y eso me... me alegra mucho por vos. —intentó sonreír pero las lágrimas me nublaron la vista y sentí nuevamente ese vacío en el pecho que no me pasaba hacía mucho tiempo, la ficha de todo me caía y lograba entender que me había dejado a propósito, que fue para protegerme de lo peor que le podía estar pasando.
—Emi yo... ¿por qué hiciste eso, por qué no me lo dijiste?
—No quería que pasaras esto, es una mierda y vos no estabas para que te condenara así.
—Pero... pero yo era tu pareja, yo te hubiese acompañado Emiliano, no me hubiese importado nada, lo hubiésemos pasado juntos. —le dije rindiéndome conmigo misma y estallé en llanto, por más intentos de secarme las lágrimas el nudo en mi garganta comenzó a disolverse. —¡Me dejaste así como si nada, como si los años juntos no te importaran, no tenés idea lo difícil que fue para mí superar lo que me hiciste... si yo lo hubiese sabido no te habría dejado pasarlo solo!
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Más de Dos.
Teen FictionSantiago tenía pocos objetivos que cumplir en la vida para considerarse satisfecho, terminar el colegio, trabajar, terminar una carrera y seguir la línea de vida de cualquier chico de su edad, pero su plan se vio afectado cuando su novia, a los diec...