LA VENGANZA DE LOS CAÍDOS (Completa)

capítulo I

Escuché gritos por el pasillo. No de nuevo, últimamente papá y mamá discutían demasiado, aunque llegados a este punto, no sé si debería de llamarles así. Decidí salir y escuchar detrás de la puerta, al principio no entendí demasiado el porqué de la discusión, aunque no tarde en comprenderlo.

Marian: ¡Víctor tienes que detenerte!

Víctor: Quieres bajar la voz Marian, llamarás la atención de todos.

Marian: ¡Eso quiero! ¡Llamar la atención de todos! ¡Que se enteren del monstruo que eres!

Víctor: Te lo advierto Marian, baja la voz de una maldita vez.

Marian: ¡Si no te detienes, soy capaz de gritarle al mundo la clase de hombre que eres!

Víctor: Si, y quien te creería. ¿Qué les dirás? Que tu esposo es un vampiro. Dime Marian, ¿quién te lo creería?

Marian: Esto no se trata de ti Víctor, estás lastimando a una niña que no tiene la culpa de nada. Estás involucrando a una inocente en tus monstruosidades, no sé cómo pude permitirlo desde un inicio, pero no más.

Víctor: ¿Desde cuándo te preocupas por ella? ¿Involucrar a una inocente? Yo merecía ser quien gobernara la ciudad Marian, no ellos, no los Valerius. Esa niña pagará por el daño que ellos me hicieron Marian. Y no vas a impedirlo.

Marian: Y volviéndola como tú es tú venganza. Recapacita Víctor, ella no tiene por qué pagar por cosas del pasado, ella no tiene la culpa.

Víctor: Yo tampoco merecía esta vida. Me sacrifiqué por ellos y así me pagaron, desterrándome. Quiero que sufran como yo lo he hecho todo este tiempo y esa niña es perfecta para ello, que mejor que su hija se convierta en el mismo monstruo que yo.

Contuve un grito. Ahora todo tenía sentido, yo no era su hija, sólo era una parte de su venganza. Por un momento olvide que él tenía un oído más agudo que el oído humano y desafortunadamente me escuchó, porque de inmediato abrió la puerta y me vio. Para su mala fortuna mi transformación casi terminaba y logré llegar antes que él a la que era mi habitación, cerré la puerta con seguro y la atranqué con un mueble, ignoré sus gritos que me exigían que me detuviese, quizás esto no lo detendría por mucho, pero me permitiría escapar de allí, no podía quedarme más tiempo. Así que no lo pensé dos veces y salí a la terraza, tenía que salir de allí sí o sí, mi vida siempre había corrido peligro y ahora podía ser libre Me subí en el barandal y sin pensarlo brinqué, no sé cómo logré caer sin más daño que un pequeño raspón. Me dirigí corriendo a las caballerizas, tomé a mi caballo y salí sin mirar siquiera hacia atrás, ahora sabía todo, mi verdadera familia era otra y los encontraría.