CAPÍTULO VIII

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Alexander y Ana iban conmigo, estábamos entrando a mi habitación cuando pasó lo inesperado.

- ¿Víctor? ¿Qué haces aquí? -dije-

- ¿Ahora soy Víctor? ¿Ya no soy tu padre acaso? -Me preguntó-

-Alexander me sujetó con ambas manos por los hombros-

-Jamás has sido mi padre, te detesto por todo lo que me hiciste. -Respondí-

-No te la llevarás, no lo permitiremos. -Espetó Ana-

-Ana querida, cuanto han crecido, pero lamento informarte que eso no pasará, ella se irá conmigo con o sin su consentimiento. -respondió Víctor-

-Tendrás que luchar para lograrlo, no te la llevarás tan fácilmente. -Exclamó Alexander-

-Alexander, no quiero lastimarlos, ustedes no me interesan en lo más mínimo, a quien quiero es a ella. -Dijo Víctor-

-Mila, corre, nosotros lo detendremos, anda vete. -Me dijo Ana-

Salí corriendo, pero cuando escuché golpes y un gritó de Ana, decidí regresar, Víctor no iba a lastimar a mis hermanos, a ellos no.

- ¡Ana! -Me acerqué a ella- ¿Están bien?

Ana estaba de pie, el que estaba en el suelo con una herida en el brazo era Alexander y Víctor estaba de pie mirándolo.

-No lo toques Víctor, es a mí a quien quieres finalmente. -Víctor se detuvo-

-Mila, ¡No!, Lucharemos, pero no te vayas con él. -Me miró Alexander- Nena, por favor, no.

-Lo siento Alex, es la única manera.

-Sabía que no eras tan tonta Mila, vámonos a casa. -Dijo Víctor-

Me acerqué a él, no esperaba que le clavara un puñal en el brazo. Iba a correr, pero era más fuerte que yo y me alcanzó a sujetar del brazo izquierdo y me atrajo hacia a él. Ana quiso acercarse a rescatarme, pero Víctor se arrancó el puñal y lo acercó a mi cuello.

-Si te acercas se lo clavo. -Dijo-

-Déjala ir Víctor, es sólo una niña. -Dijo Alexander-

-Ella ya no es una niña desde hace mucho tiempo y se irá conmigo. Lamentablemente ustedes no harán nada para impedirlo, de nuevo. -Dijo Víctor-

Me sujetó bien y salimos por el balcón de mi habitación.

- ¡Suéltame Víctor!, ¡Déjame! -Le decía-

Ana salió tras de nosotros, le apuntó a Víctor con una pistola, ¿de dónde sacó mi hermana una pistola?

-Suéltala, ahora. -Expresó Ana-

-Si eso quieres. -Me sujeto de solo un brazo por el borde del barandal- ¿De verdad quieres que la suelte, no te garantizo que sobreviva la caída, Ana querida? Ya no está tan fuerte como para hacerlo.

-Eres un infeliz Víctor -Le dije-

-Cállate Mila, si no quieres que termine contigo de una vez por todas. Ahora dime Ana, ¿de verdad quieres que la suelte? -me soltó un poco más-

- ¡Ana por favor no!, sabes que es la única manera. -Le dije-

-Mila te salvaremos, lo prometo. -me dijo Ana-

-Ana querida, no hay manera de salvarla. -Le dijo Víctor, me subió al balcón- Ahora, despídete de ellos, que no los verás de nuevo en tú miserable vida. Ahora sí escuincla, nos vamos.

Se transformó en la bestia que era, le salieron las alas y me sujeto con sus brazos, increíblemente la herida que le había hecho casi había desaparecido. Luchaba para librarme de sus brazos, pero era inútil, entonces recordé el anillo de plata que mi padre me había regalado, lo saqué y lo acerqué a sus manos. Gritó porque la plata había causado su efecto, lo había quemado.

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Este fue el capítulo IX, espero que les haya gustado, respondo comentarios, no olviden votar la historia. Mañana el capítulo X, recuerden que en mi perfil ya está disponible otra historia.


LA VENGANZA DE LOS CAÍDOS (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora