Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K Rowling
Pareja: Harry Potter y Pansy Parkinson. Millicent Bulstrode y Blaise Zabini
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Amores dormidos
Moví el anillo en mi dedo anular. Lo volví a colocar bien y lo hice girar, muchas veces, apretando la cuadrada piedra contra la palma de mi mano cada vez que quedaba hacia abajo. Era perfecto, quedaba perfecto en mí. Era justo de mi medida, como si lo hubiese mandado hacer sólo para mí. Nunca le había preguntado, así que no sabía si lo había mando hacer o alguien le había servido de base al momento de comprarlo. Tal vez era un hechizo de ajuste, o tal vez había tomado uno de mis anillos y lo había pedido exactamente de esa medida, aunque ninguno de los que tenía se sentía condenadamente bien como éste.
Deslicé el anillo fuera de mi dedo y lo elevé hasta mis ojos. La luz del medio día entraba por completo en la habitación, y la esmeralda verde brillaba intensamente con los rayos del sol. Era un precioso anillo. De seguro Potter deseaba que cada vez que mirara la piedra pensara en él, o al menos en sus ojos. Funcionó muy bien su plan. Era en lo primero que pensaba cuando veía mi dedo anular. Él era en un lo único que pensaba cuando me miraba en el espejo, o miraba cualquier cosa a mi alrededor. Todo en esta casa tenía su nombre marcado, y aunque la decoración haya sido mía, él había llenado ya con su esencia cada rincón del lugar.
Y por eso debía irme. No podía pedirle el divorcio y pretender quedarme aquí. Sería una tortura constante y me apreciaba lo suficiente para no hacerlo, para no torturarme cada día de mi jodida vida. No me importaba la casa en realidad, no me interesaba si no era con él. Quería todo esto, pero con él. Pero no así, no con él queriendo a otra y fingiendo quererme a mí.
Dos años había vivido en ese mismo lugar, después de seis meses de un estable y pasional noviazgo. ¿Cómo sucedió? No estaba tan segura de eso. Yo simplemente había llegado al ministerio un día, al área de aurores más específicamente, para pedir información sobre un caso en el cual sería la abogada. Y él auror a cargo del caso resultó ser él. Discutimos sin poder evitarlo, era imposible no hacerlo sólo de vernos. Después nos volvimos a ver en una fiesta, donde volvimos discutir porque derramó vino tinto sobre mi vestido de seda azul. Él trató de disculparse, pero simplemente me di la vuelta sin dejarlo acabar, era urgente que llegara a casa y tratara de quitar la mancha antes de que se volviera permanente. Dos días después, el lunes en la mañana, al entrar a mi oficina en el ministerio, me encontré con un pequeño ramo de flores, unas diez orquídeas azules atadas con una simple cinta blanca y una nota pidiendo disculpa.
Y sí, terminé sonriendo sin proponérmelo, pues nunca lo habría imaginado de él. Y cuando salí del ministerio a la seis de tarde, él estaba en la puerta con la propuesta de comprarme un nuevo vestido por el desastre que había hecho. Lo miré sin entender y le dije que no era necesario, que ni las flores lo habían sido.
—Sólo quería disculparme, Parkinson, realmente no era mi intención —dijo, metiendo ambas manos en su túnica.
—Lo sé. No creo que andes por ahí derramando vino tinto sobre el vestido de las mujeres. No hay problema —contesté.
En realidad, estaba cansada por el trabajo, y también por discutir con él cada vez que me lo encontraba. Mi jefe, el ante sucesor de Granger, ya me había dicho que trabajaría varias veces con el departamento de aurores y que era mejor no discutiera cada vez que fuera allí. Así que era mejor mantener las cosas por la paz con él.
—Déjame comprarte otro vestido —pidió.
—No. Simplemente olvídalo. Adiós, Potter —dije y empecé a caminar a una de las chimeneas para poder irme a casa.
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Amores dormidos | Hansy
Lãng mạnPansy ha tomado la decisión de abandonar su matrimonio, sin una explicación lógica para Harry. Pero ¿existirá una razón poderosa que la haga volver? ¿Cómo tomara Harry al ver volver a su ex esposa? Ellos no tuvieron un cierre, tal vez sea el momento...