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Capítulo 16

A la mañana siguiente del incidente con Ryan, me había aparecido muy temprano en la oficina de mi jefe, pidiéndole unos minutos de su tiempo, pues tenía que decirle algo importante. El hombre aceptó y se sorprendió al escucharme decir que renunciaba y, muy amablemente, me preguntó el motivo. No quise decirle que era por su hijo, lo que había hecho la noche anterior y su terquedad para aceptar mi rechazo, no quería sumarle problemas a Ryan con su propio padre, así que le mentí diciendo que tenía asuntos que resolver y que mi esposo necesitaba de mi ayuda.

Después de escucharme mencionar a Harry Potter, asintió conformé. Era en verdad molesto que hasta en esa parte del mundo lo admiraran con tanta devoción, pero era una ventaja en realidad, al menos podía seguir llamándome la señora Potter en algunas ocasiones realmente importantes. ¿Quién contradeciría a la esposa del Salvador, al menos en esta parte del mundo? Luego de despedirme del señor Brennan, agradeciéndole por la oportunidad y el gran trabajo, me dirigí a mi oficina para recoger mis cosas, pues me iría inmediatamente del país.

No me topé en ningún momento con Ryan, y de verdad lo agradecía, pues no quería volver a ver su cara por un largo tiempo, nunca sería mejor. Caminé directo hacia la salida del bufete y me aparecí a los pies del edificio, donde les pedí a los trabajadores del lugar que no volvieran a permitirle el paso a Ryan Brennan. Ellos asintieron y no fue necesario mostrarle una foto de él, pues lo conocían por la frecuencia con la que venía a mi departamento. Subí al elevador directo a mi piso y cuando las puertas del ascensor se abrieron, vi a la niñera de Annie con ella y suspiré, pues sabía que igual tenía que hablar con ella.

No fue una conversación sencilla para mí, pues la mujer estaba encariñada con Annie y mi hija con ella, pero aceptó mi palabra, pues le hice saber que tenía que irme de la ciudad por una emergencia. Le pagué lo que restaba del mes y le di un poco más, para que se ayudara mientras buscaba un nuevo trabajo. A la cuatro de la tarde se despidió de nosotras y pude ver sus ojos cristalinos al sostener a Annie por última vez.

Tomé de nuevo el papel que había dejado sobre mi tocador en el dormitorio y releí la carta que me llegó de Draco esa misma mañana, preguntándome si todo estaba bien y que inmediatamente empezaría con lo de la mansión, que lo más seguro es que para dentro de un mes estuviera lista, pero, si lo deseaba, podía quedarme en la mansión Malfoy el tiempo que quisiera, que era más que bienvenida a su hogar. Y antes de ir a renunciar, le envié una carta aceptando su oferta, pues no quería seguir en este sitio, así que inicié una vez con recoger nuestras cosas, moviendo mi varita rápidamente alrededor de la habitación. En dos maletas grandes cupo todo, junto con la cuna que empequeñecí para poder llevármela, al igual que el moisés de parte de Blaise.

Ya en la noche me llegó otra carta de Draco, diciendo que me enviaría un traslador al día siguiente que se activaría hasta el otro día, para que llegara a buena hora a Inglaterra. Y eso fue lo que pasó, cuando el traslador estaba a punto de activarse, abracé con fuerzas a Annie, ocultando su cara en mi pecho y cerré los ojos con fuerzas, repitiendo en mi mente que todo lo tenía en mi bolsa, empequeñecido. Al sentir de nuevo el piso bajo mis pies, suspiré de alivio, alivio por estar lejos de Ryan y nerviosa por estar cerca de Harry otra vez después de tanto tiempo. Tenía en mis brazos a nuestra hija, era literalmente una vida completa lejos de él, una vida nueva, pequeña y hermosa.

Llegué justamente al medio día a Inglaterra, viendo el patio blanco por la nieve a través de las grandes ventanas del salón.

Sentí unos brazos sostenerme por los hombros y sin dudar, apreté más fuerte a Annie y ella se quejó, pero sin hacer más que empezar a mover sus manos en mi ropa. Era buena en esto, en trasladarme, pero con Annie en brazos me era difícil no tambalearme.

Amores dormidos | HansyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora