Terminé de recolectar los papeles en sus carpetas correspondiente, después de haber revisado lo que había redactado, encontrándolo sin errores ya. Estaba agotada y mi vista se nublaba un poco ya por las muchas horas que estuve leyendo y analizando, estudiando y planteando defensas para el incumplimiento de un seguro a una fábrica de metales.
Tiré mi cabeza hacia atrás y me restregué los ojos. Escuché a mi compañero girar en su silla, después de cerrar otra carpeta. Estábamos trabajando en la misma sala, pues como era un caso grande, era necesario la intervención de los dos, aunque a mí no me gustaba, sabía que podía con cualquier caso sola, pero una de las reglas del bufete es el compañerismo, solidaridad y otras cosas demasiado Gryffindor para mi gusto.
Abrí un ojo al escucharlo carraspear, algo que hacía para cuando quería mi atención.
—Parkinson, te invitó una copa hoy en la noche —lo escuché decir, mientras sonreía.
Lo miré a los ojos y ladeé la cabeza con desgana. Me levanté de la silla y tomé mis carpetas.
—No —dije de manera tajante.
—¿Por qué no? No es tarde y te relajaría.
—No quiero y no insistas —claudiqué y él no dijo nada más.
Era viernes y ya había terminado mi trabajo por el día y lo que más deseaba hacer era encerrarme en el departamento después de estar muchas horas revisando papeles tras papeles en estas cuatro paredes. Además, no deseaba la compañía de Ryan más que el necesario. No me caía bien, pero tampoco mal. Era una relación laboral nada más.
Llegué al departamento y me quité mis zapatillas para ponerme unos simple zapatitos. No tenía hambre, así que lo único que hice fue ducharme, ponerme pijama y prepararme un poco de chocolate caliente. Soplé suavemente la taza con el líquido caliente que estaba entre mis manos, y lentamente me acomodé en el sofá, intentando no derramar el líquido sobre mí. Subí mis pies al mueble, tratando de que la frazada que había dejado a lado me cubriera. Miré hacia la ventana y me quedé contemplando la caída de la nieve.
Había pasado dos meses enteros de mi huida a Nueva York, el trabajo era bueno y me había acostumbrado más fácil de lo que creí en un principio. Mi compañero, Ryan, era una persona tan seria como profesional, sabía lo que hacía y tenía ideas claras, era relativamente fácil trabajar con él, hasta que intentaba ser demasiado amigable.
Yo no era de las que le gustaba hacer más amigos de la nada, todas mis amistades iniciaban por un interés más allá de querer ser amigos: con Draco fue porque nuestros padres querían un compromiso entre nosotros, un matrimonio precisamente; con Blaise porque su madre era gran amiga de la mía, y Theo porque su padre y el mío eran primos lejanos, en algún punto del árbol genealógico.
Y si los cuatro nos hicimos amigos fue por el tiempo de convivencia y porque nuestros intereses, impuestos por nuestros padres, eran similares, al igual que nuestro carácter: inteligencia, seriedad, astucia y ambición, principalmente. Y luego estaba Millicent, ella simplemente se fue haciéndose mi amiga poco a poco, sin casi percatarme, hasta que me di cuenta de que la extrañaba en vacaciones y que su presencia me ayudaba, que al final del día quería contarle muchas cosas y quería escucharla de igual manera.
Pero hacer amigos tan rápido no me agradaba, era demasiado desconfiada para eso, y Ryan lo veía, pero no cesaba en sus intentos, y a veces se alejaba con comentarios graciosos, aunque algunos no tanto.
—Lo sé. Seguro que Potter se pondrá celoso si te trato con tanta amabilidad —alegó una vez.
Me tensé en la silla y lo miré con molestia. No quería escuchar a nadie hablar de él, y Ryan lo notó, pues se disculpó inmediatamente.
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Amores dormidos | Hansy
RomancePansy ha tomado la decisión de abandonar su matrimonio, sin una explicación lógica para Harry. Pero ¿existirá una razón poderosa que la haga volver? ¿Cómo tomara Harry al ver volver a su ex esposa? Ellos no tuvieron un cierre, tal vez sea el momento...