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Capítulo 17

La autorización de mi petición llegó dos semanas después de enviarla, directamente a mi mansión, cuando las festividades navideñas terminaron. Había pasado todo ese tiempo en Malfoy Manor, donde tuvimos una verdadera fiesta como familia, no como la de hace un año, en el enorme departamento y solo con la presencia de Millicent y aunque estuvo bien, igual extrañaba estar rodeada de más personas, y a Annie pareció gustarle tanto. Los ojitos verdes de mi hija brillaron con ilusión al ver las luces del árbol y junto con Scorpius, no se detuvieron en ir gateando hasta él, intentando tomar las brillantes esferas que colgaban de las ramas y tocar los regalos que habían puestos ya bajo el árbol.

Annie y yo tuvimos grandes obsequios para la mañana de navidad, tantos que no sabía ya donde los metería, aparte de la familia Malfoy, igual habían llegado regalos por parte de Theo, Daphne, Millicent y Blaise, siendo que estos dos últimos no pudieron llegar porque mi moreno amigo había decido llevársela de vacaciones, según él celebrando que por fin su futura y terca esposa se haya apiadado de él para darle una oportunidad. Draco y yo reímos mucho al leer su carta, y Astoria simplemente había negado con una sonrisa, pidiendo que no nos burláramos de Blaise, pues suficiente lo había hecho sufrir Millicent.

Fueron grandes días en realidad, donde pude olvidarme por completo lo que me esperaba, pero ya era tres de enero y era momento de tomar mi posición como la señora Parkinson, ahora que oficialmente me habían hecho entrega de la mansión.

Suspiré tranquila al llegar de nuevo aquel lugar. Como deseaba ver la mansión por completo, preferí aparecerme en el patio delantero de la mansión y no adentro, quería descubrirla poco a poco, sabiendo que lo que ordenaron Narcissa y Astoria sería de mi total agrado. Miré de un lado a otro el patio, cubierto de espesa y blanca nieve, con los árboles y arbustos espolvoreados en blanco, y aunque sabía que el jardín se apreciaría mejor cuando llegara la primavera, era obvio que aun así era mejor que antes, a ese marchito y sombrío jardín, donde apenas se reusaba crecer el pasto o las pequeñas flores.

También observé de lado a lado la estructura de la mansión. Siempre me había parecido un castillo antiguo, aunque no tenía tantas torres como la mansión Malfoy, era un poco más pequeña y baja, aun así, no dejaba de ser enorme. Pude darme cuenta de que no había ni siquiera una gota de una vida anterior en ella. Todo estaba nuevo y bonito, como si la sangre, los gritos y las pesadillas nunca la hubieran tocado. Como si los tiempos oscuros jamás hubiesen existido. Como si la casa de espantos donde crecí hubiera sido tirada y en su lugar levantaron una preciosa mansión, una mansión que era digna de Annie.

Las paredes antes grises, como antiguo castillo, ahora estaban pintadas en un color crema tan claro que podría confundirse con blanco y desde fuera se podía apreciar las ventanas cerradas dejando apreciar cortinas ligeras y blancas. Sostuve con un solo brazo a Annie y empujé la puerta. Lo primero que había era un pequeño recibidor, era un poco angosto, pero estaba llenó de mesitas con lindos jarrones y rosas frescas en ellos, al igual que un bonito espejo de fina montura en color oro.

—Buenos días, ama Parkinson.

Apareció Hazpin delante de mí e hizo una reverencia.

—Hazpin —saludé.

Miré a mi elfo y sonreí disimuladamente al ver sus ojos grandes y más brillantes al ver a Annie. Los elfos se emocionaban con los niños, adoraban cuando nacía un nuevo amo. Annie lo miraba con curiosidad, pero sin asustarse, pues en la mansión Malfoy miró a muchos atendiendo a Scorpius, cuando el pequeño rubio se le antojaba algo de beber, pues en algunos momentos podía ser igual de exigente que su padre, aunque quien podía culparlo, todos lo consentíamos.

Amores dormidos | HansyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora