Por el rabillo del ojo miré a Leura, absorta en sus cereales. Aunque su mente volaba lejos de allí. Ese era solo su cuerpo.
—Tengo que llevármela —murmuré—, tengo que llevarme a Leura —repetí, más alto esta vez.
Dail apretó los labios y se volvió a mirarla.
—No, imposible Erika. No sabes lo que nos arriesgamos añadiéndote al plan.
—No puedo dejarla aquí.
—Entonces no vengas —declaró Anne con voz tosca y de brazos cruzados.
Cuando en un libro lees que un personaje debe tomar una decisión difícil siempre piensas que a ti nunca te va a pasar eso o, que sabrás qué es lo correcto. ¿Y qué debía hacer yo? ¿Seguir esa luz que era mi libertad o quedarme al lado de Leura?
«Seguro que ella se hubiera quedado en tu lugar». «Ella querría que te fueras». «Vete Erika, Leura se queda en Aniria de todos modos». «Es tu amiga, ¿cómo vas a dejarla aquí?» «Si tú te vas ella se morirá de pena».
Me mordí la lengua para ahogar un gemido de pura desesperación.
Dail me observaba expectante, él quería que aceptara. Anne y Eliot en cambio, permanecían indiferentes.
Vi mi vida pasar por delante de mis ojos. ¿Qué había hecho de provecho en quince años? ¿De qué servía haberme esforzado en el colegio o ser buena persona dentro de Aniria? Yo era la dueña de mis actos y de mi destino, y nadie tenía derecho a escribir mi futuro. Era joven, tenía toda una vida por delante.
Un último pensamiento.
«Vive tu vida. Sé egoísta y mira por ti y solo por ti».
Era un pensamiento duro, pero al mismo tiempo era el más reconfortante y real que hubiera tenido nunca.
—¿Y bien? —Anne puso una ceja en alto.
—Sí —respondí con un hilillo de voz—, me voy con vosotros.
Dail sonrió.
—Buena elección.
***
No puedo decir que el sol se escondió tras las montañas dejando paso a la luna. Simplemente, el reloj marcó las ocho y media; hora de cenar.
Jamás las agujas habían girado tan lentamente. Llegué a pensar que el reloj se había estropeado, porque no pasaban los segundos, el tiempo se había paralizado para mí, me asfixiaba.
Mirar a Leura me producía un intenso dolor en el pecho, y durante todo el día tuve un nudo en el estómago.
Leura removía de un lado para otro la coliflor al vapor en su plato. Solo verla me daba ganas de llorar.
«¿Cómo puedes ser tan mala Erika? ¿Cómo?».
Pensé en retractarme del plan, pero no podía, no podía seguir en Aniria más tiempo.
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Al otro lado de la puerta ©
Khoa học viễn tưởngSi has pasado toda tu vida entre rejas puede que no seas consciente de ello. *** Con qué facilidad se puede quebrar un pensamiento; toda una vida. Erika gira en torno a su mundo, rodeada de sus seres queridos, inmersa en los libros y la rutina. Un d...