Me miro al espejo y veo dos Erikas completamente diferentes; la que una vez fui y la que ahora soy.
Y reconozco mi piel blanca, mi cabello castaño y el rebaño de pecas acumuladas en mi nariz. Pero tengo la sensación de que una noche alguien se llevó mis ojos y los sustituyó por otros diferentes. Un par de ojos que ya no ven el mundo como antes. Un par de ojos que me recuerdan cada día quién soy, pero no me dejan ver quién fui.
La culpa reconcome mis entrañas como un parásito maligno. Y me temo que un día terminaré por consumirme al igual que una vela.
Ojalá pudiera retroceder al pasado y, sabiendo todo lo que ahora sé, cambiar el orden de las cosas y los sucesos.
Me siento culpable por sobrevivir a la tormenta. Aunque a veces pienso que el ojo del tornado me tragó para siempre, y ahora soy la persona contra la que descarga toda su furia. ¿Por qué me siento tan mal? ¿Por qué no puedo evitarlo?
¿Quién soy realmente? ¿Y qué quiero? ¿Por qué el nudo en mi pecho crece tanto? Algún día tendrá que salir, ¡tendrá que hacerlo!
Por qué yo.
Agárrate fuerte, recoge tu corazón hecho añicos del suelo y junta las piezas, porque el tornado está cogiendo más fuerza. Y amenaza con hacerte desaparecer
*****
—Mel, ¿estás despierta? —pregunté. Me arrodillé a los pies de su cama y la zarandeé con suavidad.
Ella gimió.
—No Liv. Déjame en paz —balbuceó en sueños.
Pobre Melissa. Su camino en la vida se vio cortado de cuajo por el malvado lobo, que sin siquiera ofrecerle un atajo la devoró entera. Y ahora ambas estábamos encerradas en su estómago.
¿La diferencia? Yo no había caído en que era prisionera.
Pero las paredes se estrechaban cada vez más, y me faltaba el aire.
—No soy Liv —susurré con voz queda, y ella abrió los ojos.
—Lo sé —admitió débilmente—. Me recuerdas a ella. Min lillasyster.
—¿Qué significa?
—Quiere decir mi hermanita. En otro idioma.
—¿Te lo enseñó tu padre?
—Es mi lengua materna. Ni siquiera sé en qué idioma hablamos ahora.
—En blanco —respondí.
—Ah.
—¿Te encuentras mejor? —quise saber, y ella asintió.
—La cabeza se siente más ligera.
Miré el reloj. Aún faltaban unos minutos para la hora de levantarse.
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Al otro lado de la puerta ©
Ciencia FicciónSi has pasado toda tu vida entre rejas puede que no seas consciente de ello. *** Con qué facilidad se puede quebrar un pensamiento; toda una vida. Erika gira en torno a su mundo, rodeada de sus seres queridos, inmersa en los libros y la rutina. Un d...