Tifón

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Grietas eléctricas que surcan sus mejillas, no hay tormenta mejor definida que la que anida en su caja torácica. Llueve hacia adentro y se estanca en la noche, cuando la luz se apaga y retumban las voces.

Caerá el cielo pero las rodillas sangrantes se sostienen con manos que arden por lavarse de todo el dolor que les nace, una cortina de oscura noche y estrellas rotas cual luces de navidad la iluminan. Escondida en la esquina se queda tranquila cuando no la miran y la melodía de los mares se repite en sus tarareos, cierra los ojos y finge que no está dentro de la tempestad.

Temblores que recorren su piel gastada cual papel, pálida y frágil, no más que una ventisca para romper lo que se oculta tras los pétalos azules que se desprenden con cada suspiro.

Una disculpa a la que le siguen miles, se cae el corazón y dispersa el vidrio que una vez cortó su voz.

Sollozos de una vida marchita antes de comenzar a florecer y el otoño arrancándole, casi devota, casi indolora, las esperanzas que la mantenían.

¡Qué fresca llovizna! Los pájaros caen y volar es lo que sus alas olvidan.

Vivimos en el suelo, y quienes volaron caen para recordar el dolor de ser imperfectos.

Estrellas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora