Starry

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¿Oiría

alguien

el vorágine de pensamientos
que se marchitan

en los recónditos

pasillos

de un sueño lúcido?

Acuarelas

y trazos

de pálidos dedos

contra las paredes que

contienen el infinito,

arrojan océanos

profundos que

tragan con

reverencia

a los náufragos de sus voces

susurrantes.

Pájaros con

galaxias entre

sus ojos negros

y la habilidad de volar

mientras los otros se arrastran,

de su pico

colgada va

la noche sin estrellas.

La oda al arte

de sentir

dolor,

palpable.

Solo se compara

con la crisis

de derramar el universo

en su cabeza.

Curiosidad de un gato negro

que echa un vistazo al vacío

y la incógnita

de qué tan alto está,

cuánto tiempo se tardaría en caer.

Y los castillos de sus fantasías,

con carácter y árboles sabios

que ansían responder

a todas sus preguntas

a la vez.

Del otro lado hay un museo de criaturas

vivas

y muertas,

un festival de cristales rotos

y si lo mira de cerca,

se encontrará con la muerte

embelesada

por los escarabajos

como piedras preciosas,

refulgentes

en la habitación

donde ya nadie está

mirando

como las estrellas

caen en su encuentro

con las luciérnagas.

Y le llovieron estrellas.

Una a una

todas

anhelando

un sueño

atesorado

en su suave

alma.

La noche esconde

a Starry

como una más

de sus estrellas,

reposa con sosiego

en un umbral

que se vierte

en el claro de luna.

Lanza una piedra al lago

y pide la compasión

del inexorable

espacio

que

abunda

por ser descubierto

por ella,

donde su mera aparición

en una realidad

cuestionable

es

polvo de estrellas

y una pizca

de algo que existe

solo en un mundo onírico.

Van Gogh planta girasoles

y de amarillas sus intensiones,

la desesperación de sentir

tanto

mientras ella observa

la eternidad

en silencio

y con lágrimas que no alcanzan

a revelar

su aflicción,

porque los agujeros negros

tienen sombras

y más secretos

que desean contarle,

porque es inevitable

que el azul

sea el color de su todo,

y porque los artistas

son devorados

por sus anhelos

de sostener

una creación quimérica

de una tierra extranjera,

donde todo es diferente

y a la vez

maravilloso.

Guarda

un corazón amable

que

se agita

por una vestigio de humanidad,

la gracia

que le permita contar

con todos los meteoritos

que deja caer

sin mayor singularidad

que un deseo sin voz.

¿Qué puede pedir

una estrella

a los humanos?


Estrellas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora