Aike

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Acuarelas desparramadas
por el suelo

y el caos del color.

Índigo a nubes sobre un pensamiento azul

y los rojos que cae de sus dedos como
la sangre de un rubí incrustado en su pecho

que ha dejado de brillar,

ahora desabrido y opaco

no desea sufrir más.

La emoción del

perseguir

el desinterés que nunca va a cambiar,

revelando así
las sombras del amarillo.

Preguntando por la nostalgia del anaranjado atardecer

un domingo

y que se enfurece

hasta el carmín.

El bestial rubor

sobre la sangre ardiendo

que ha acabado de llorar,

y empieza a vociferar.

Como un animal herido,

que salvaje trata de salvar

los fragmentos de su mente
dispersa,

deseando volver al blanco

de un lienzo aburrido.

¿Podría sacrificar una o dos palabras,

por las personas que ya no pueden hablar?

La relatividad de la verdad

y el pensamiento que evoca el ruido

de las piedras que rompen

las ventanas,

a la búsqueda del dolor

para cambiar

el estado inamovible

de aquellos ojos de vidrio,

que se abstraen

para no salir lastimados.

Pese a que los colores siguen salpicando

la yema de sus dedos,

permaneciendo congelados

en la misma posición.

Teniendo miedo

de que alcen

la voz.

Estrellas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora